10 • VENTANAS ABIERTAS A LA PEDAGOGÍA UNIVERSITARIA
«Diseño curricular basado en competencias en la educación superior», María Elena Córdoba.
Cuaderno de Pedagogía Universitaria
Vol. 14 / no. 27 /
enero-junio 2017 / República Dominicana / PUCMM / ISSN 1814-4152 (en línea) / ISSN 1814-4144 (impresa) / p. 6-11
que los profesionales estén caracterizados por ser
ciudadanos íntegros, líderes emprendedores con
alto componente humanístico, preocupados por el
mejoramiento personal, del entorno y el bien común.
La gran pregunta es ¿cómo formar para un
futuro cambiante?
Coll (2007, p. 36) al mencionar algunas características
por las que pueden resultar ventajosos estos enfoques
por competencias, hace referencia a un tipo especial de
competencias,
[El diseño de las competencias] que convierten
a un aprendiz, en un aprendiz competente,
son las que están en la base de la capacidad
para seguir aprendiendo a lo largo de la vida,
las que permiten desarrollar las capacidades
metacognitivas que hacen posible un aprendizaje
autónomo y autodirigido. Un aprendiz competente
es el que conoce y regula sus propios procesos
de aprendizaje, tanto desde el punto de vista
cognitivo como emocional, y puede hacer un uso
estratégico de sus conocimientos, ajustándolos a
las exigencias del contenido o tarea de aprendizaje
y a las características de la situación (Bruer, 1995.
En Coll 2007).
La selección de los contenidos representa un
componente indudablemente ideológico, y además es
necesario asumir que esos contenidos tienen que ser
apropiados por el estudiante para luego aplicarlos. La
toma en consideración de los saberes asociados a las
competencias no es sólo una necesidad para asegurar
su adquisición y desarrollo, sino que es también una
garantía para hacer compatibles dos aspiraciones
irrenunciables en el mundo actual: la de educar para el
ejercicio de una “ciudadanía universal” y la de educar
para el ejercicio de una ciudadanía enraizada en la
realidad social, cultural, nacional y regional de la que
forma parte (Coll, 2007).
Aunque en algunas propuestas no se visualiza, parece
obvio que el contexto requiere ser considerado como
elemento fundamental en la selección de contenidos
y su implementación, tanto el contexto de donde es
adquirida la competencia, como en el que se aplicará,
con la intención de que a la vez posibilite que algunos
de estos actos intencionales sean generalizables y
transferibles (López, 2007).
Si revisamos el análisis de los componentes de
competencias dada por USAID (2009) también allí
se enfatiza la integración y el contexto, así como el
hecho de que, para cumplir con los requisitos de una
competencia, no puede faltar ningún elemento, todos
tienen que estar presentes y de manera armónica
contribuir a un Saber, Saber ser, Saber hacer y Saber
ser con los demás. Existe incluso quienes otorgan
una concepción de integralidad a las competencias, y
reconocen en ellas una función esencial de conjunto,
para que los elementos del conocimiento tengan
sentido. (Huerta, Pérez García & Castellanos, 2005).
Al revisar las implicaciones de este tema tan complejo,
y para que no pase a ser una moda más en educación,
el eje central alrededor del cual tendría que construirse
todo currículo por competencias, tiene que ser el
ser humano que recibirá la propuesta formativa y su
contexto. Ese ser humano que habita en un universo
con otros seres vivos, que tiene intereses, sueños,
ilusiones, creencias, problemas, amigos, familia, que
requiere una formación integral, que no descuide
ninguna de sus facetas, capaz de incorporar además
de la integración de conocimientos disciplinares,
otros saberes no académicos, como arte, cultura,
espiritualidad, etc.
En el enfoque del currículo por competencias se hace
presente la idea de la formación integral del ser humano,
contextualizado, y representaría un importante avance
en el diseño curricular, asumir que se diseñen planes
y programas pensados alrededor de su bienestar
y satisfacción personal, porque si la sociedad no
cuenta con seres humanos felices, sus frustraciones,
“incompletudes” y sinsabores se verán reejados en su
desempeño profesional por más competentes que sean
para tal o cual tarea. Un mundo mejor es posible, con
ciudadanos más seguros de sí mismos, más satisfechos
con su papel en el mundo.
Conclusión
No tenemos una solución mágica en educación para
la complejidad del mundo actual, sin embargo, el
asumir una postura crítica, responsable y participativa
quizá puede ayudar al aprovechamiento de lo mejor de
cualquier enfoque, en este caso, por competencias.
Por su parte, las competencias para la vida constituyen
un eje central si queremos la implementación de este
diseño. Pasan en este sentido a ser fundamentales, el
aprender cómo aprender, el aprendizaje contextualizado
y signicativo, la metacognición, adaptación al cambio,
reconocerse a sí mismo, reconocer al otro, reconocer
el contexto y transformarse en la acción, entre otras.
(Tejada, 2006).
De acuerdo al pedagogo chileno Luis Córdova, el
avance de la tecnología es apabullante y el profesorado