CUADERNO DE PEDAGOGÍA UNIVERSITARIA 7
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Cuaderno de Pedagogía Universitaria
Vol. 14 / no. 28 / julio-
diciembre 2017 / República Dominicana / PUCMM / ISSN 1814-4152 (en línea) / ISSN 1814-4144 (impresa) / pp. 7-21
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Carlos J. McCadden M.*
Los Estudios Generales y la clase media
Resumen
Este artículo revisará las condiciones sociales en que se dan los Estudios Generales dentro de una educación
universitaria para el caso de México, pero que puede ser generalizable a los países de América Latina en donde
rige la desigualdad económica. El propósito de este escrito es reexionar sobre el ideal equivocado de las
riquezas desmedidas que surge de manera articial, e incluso antinatural, en el ser humano y se incentiva en
los grupos de referencias con los que los individuos se vinculan y que la sociedad promueve. Los estudiantes
admiran a los ricos y quisieran alcanzar sus niveles de riqueza. Los valores de justicia y equidad empiezan a
conocerse y a ejercitarse en el seno de la familia, pero su estudio debe hacerse en el aula, particularmente en
la universidad. Los Estudios Generales pueden contribuir a la formación integral de las personas promoviendo
el desarrollo de una sociedad más libre, más justa y más crítica. Para lograr este propósito analizaremos la
propuesta de Aristóteles de una clase media verdaderamente rica. Este estudio concluye que, aunque vivimos
en una sociedad desigual, es posible contribuir con la formación de seres humanos dignos que mantengan
una recta ambición, no contentándose con la mediocridad, sino anhelando lo mejor y humanizándose a través
de sus propias fuerzas.
Abstract
This article reviews the social conditions in which General Studies are conducted within university education
in the case of Mexico, which could be generalized to other Latin America countries where economic inequality
rules. The purpose of this paper is to reason on the mistaken ideal of surfeiting wealth that arises as an articial
and even unnatural way for human beings but is encouraged by reference groups to which individuals link
themselves and is promoted by society in general. Students admire the rich and want to reach their wealth
levels. Although values of justice and equity begin to be known and exercised within the family, their study must
be completed in classrooms, particularly at a university level. General Studies can contribute to an integral
formation by promoting the development of a freer, more just and more critical society. To achieve this purpose
we will analyze Aristotle’s proposal of a truly rich middle class. This study concludes that although in Latin
America we live in an unequal society, it is possible to contribute to the formation of worthy human beings
who maintain an accurate economic and social ambition, not pleased with mediocrity, but longing to excel in
humanity by means of their own forces.
*Dr. Carlos McCadden
: Jefe del Departamento Académico de Estudios Generales y profesor a tiempo completo del Instituto
Tecnológico Autónomo de México (ITAM). Licenciado en Filosofía por la Universidad Iberoamericana de México. Licenciado en
Derecho, Economía y Ciencias Sociales por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). Doctor en Filosofía, Université
de Fribourg - Universität Freiburg, Suiza. Para contactar al autor: mccadden@itam.mx
Recibido: 04-07-17
Aprobado: 30-08-17
General Studies and the Middle Class
Palabras clave
Educación universitaria; Estudios Generales; formación integral; desigualdad económica; clase media; grupos de
referencia; México; América Latina
Keywords
University Education; General Studies; Integral Formation; Economic Inequality; Middle Class; Reference Groups;
Mexico; Latin America
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«Los Estudios Generales y la clase media», Carlos J. McCadden M.
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rica con el n de promover el valor de la clase media
como la verdaderamente rica. Se muestra cómo
la universidad, particularmente desde los Estudios
Generales, puede contribuir a este sentido humano que
tanto necesita América Latina.
El origen de nuestras verdaderas
convicciones
Adam Smith (1723-1790) en su libro La teoría de
los sentimientos morales (1759) advierte que en
“comparación con el desdén de las personas, todos los
otros males externos son fácilmente tolerados” (Smith,
1997, p. 137), de allí que la:
disposición a admirar y casi idolatrar a los ricos y
poderosos, y a despreciar o como mínimo ignorar a
las personas pobres y de modesta condición, […] es
al mismo tiempo la mayor y más extendida causa de
corrupción de nuestros sentimientos morales. Que
la riqueza y la grandeza suelen ser contempladas
con el respeto y la admiración que sólo se deben
a la sabiduría y la virtud; y que el menosprecio
que con propiedad debe dirigirse al vicio y a la
estupidez, es a menudo muy injustamente vertido
sobre la pobreza y la aqueza, ha sido la queja de
los moralistas de todos los tiempos. (Smith, 1997,
p. 138).
El mundo ético, como cualquier otra actividad humana,
está marcado por la naturaleza social de los seres
humanos. Cada individuo que aspira a la autenticidad
e integridad ética siempre lo hace en sociedad, en su
“ser-a-través-de-otros” (Luypen, 1968, p.152 y ss.);
conquista y reconquista su propia sociabilidad a la vez
que asume los valores y tradiciones de las sociedades
en las que ha vivido, con el n de darle al patrimonio
colectivo heredado un sentido local, nacional e incluso
mundial.
Así, toda educación, especialmente la universitaria,
que se muestre heredera de una verdadera tradición
formativa centrada en la persona humana, entiende que
solo aquellos estudiantes que conocen y reconocen que
realmente son seres humanos pueden realizar la recta
ambición de no contentarse con la mediocridad, sino
anhelar lo mejor y buscar humanizarse con sus propias
fuerzas. Para ello les resulta fundamental actuar, pero
¿con qué género de acciones?
Antes de lanzar a nuestros estudiantes a la vida
profesional es necesario colaborar con ellos en
la conquista de sí mismos, lo cual solo lograrán
reexionando sobre lo que son y tomando conciencia
de su propia dignidad como seres humanos. El ocio
creativo que se ofrece en las aulas universitarias
comprometidas con este proyecto les permite
Introducción
Este artículo muestra que la mala distribución de la
riqueza nos resulta tan usual, normal y cotidiana en
América Latina, y particularmente en México, que
no nos preguntamos por los efectos que tiene sobre
nuestra cultura y más concretamente sobre la educación
nacional. El ideal de ser rico nos es tan familiar que no
hay lugar para cuestionar ni los benecios ni malecios
que la riqueza puede eventualmente traer.
Para comenzar, nos hacemos la pregunta por la
relación entre la riqueza y la naturaleza humana en
estos términos: ¿Tiene la máxima délca “conócete a
ti mismo” (γνῶθι σεαυτὸν, transliterado: gnōthi seauton)
algo que ver con ser rico? Nadie puede negar que la
riqueza –por lo menos en una medida mínima– sea
fundamental para los seres humanos. La obviedad de
eso hace difícil dar una respuesta adecuada. Además,
habría que decir algo acerca de la riqueza desde el
punto de vista humano que pueda ser apreciado por los
políticos, economistas, contadores, administradores y
demás personas preocupados por lo social.
Parece que la propuesta de Aristóteles (384-322
a.C.) de una clase media verdaderamente rica puede
contribuir a la formación integral de la persona dentro de
la universidad, especialmente por medio de los Estudios
Generales, especícamente en el desarrollo de una
sociedad más libre, más justa y más próspera.
Este artículo pretende explorar las siguientes preguntas:
¿Qué tipo de cualidades deben promover los Estudios
Generales que le permitan al educando un desarrollo
integral y lo capaciten para ubicarse signicativa y
responsablemente en el mundo actual a partir de una
trayectoria histórica? ¿Debe ser el desarrollo de este
tipo de cualidades un elemento indispensable para
la formación de la persona humana en el contexto de
los Estudios Generales? ¿Hay alguna relación entre
educación universitaria de los Estudios Generales y
formación de una clase media? Por otra parte: ¿ser
educado e íntegro supone ciertas condiciones sociales?
¿Hay algunas cualidades humanas que puedan ser
enseñadas y aprendidas que le permitan a un país
desarrollar una clase media o, por el contrario, es la clase
media la condición del desarrollo de esas cualidades en
los ciudadanos de un país?
Para contestar las anteriores interrogantes debemos
descubrir lo que mueve nuestras verdaderas
convicciones, y conocer los grupos de referencia a los que
pertenecemos y a los que quisiéramos pertenecer. Para
esto, presentaremos las estadísticas de distribución de
ingreso en México, datos que evidencian la desmedida
pobreza en contraste con una clase desmedidamente
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contemplar su vida, su historia y la del mundo, como
preparación para actuar ecazmente en él.
Justamente por ello, es necesario que nuestros
estudiantes adquieran artes y saberes que liberan, y que
no solo se ejerciten en los saberes útiles. Algunas veces
la formación profesional no se ocupa en primer lugar
del hombre, sino que lo hace de manera indirecta. Sin
embargo, la educación humanista que está en el centro
de los Estudios Generales (ITAM, 2017) satisface el
apetito natural que todo estudiante tiene de entenderse
en el mundo, lo que le permitirá ejercer correctamente
su profesión. Los Estudios Generales sobresalen en
el cuidado y cultivo que se les exige a sus alumnos
en lo relativo a su humanidad, con el claro propósito
de invitarlos a vivir activamente conforme a su propia
dignidad.
Sin embargo, la sociabilidad humana, que se maniesta
en el “ser-a-través-de-otros” (Luypen, 1968, p.152 y
ss.), puede fácilmente convertirse en una amenaza para
cualquier individuo que aspire a la autenticidad ética.
El sociólogo norteamericano Robert K. Merton (1910-
2003) desarrolló lo que llamó la teoría de los grupos
de referencia, la cual ha sido utilizada para explicar la
conducta de los actores sociales y el comportamiento
de grupos. Los posibles grupos de referencia a los
que pertenece cada individuo son prácticamente
innumerables. Sin embargo, los grupos a que cada
uno realmente pertenece son relativamente pocos, y
los grupos a los cuales uno de hecho no pertenece son
legión. Estos son importantes porque aunque uno no
sea miembro de ellos “pueden ser puntos de referencia
para moldear las actitudes de uno, sus valoraciones y
su conducta” (Merton, 2002, p. 386). Son precisamente
las verdaderas convicciones las que uno comparte con
sus grupos de referencia. Nuestros grupos de referencia
son el origen y el destino de nuestras verdaderas
convicciones.
El grupo de referencia equivocado
La sociología suele llamar “grupos de referencia” a los
agregados que los individuos utilizan como estándar
para la evaluación de mismos y de su propio
comportamiento. Cada individuo pertenece a una
familia y tiene parientes, es miembro de una comunidad
en donde vive, tiene amigos, compañeros de escuela,
etc. Normalmente son un conjunto de personas que
tienen entre vínculos de comunicación y contactos
directos, intereses, valores y nes comunes, con relativa
permanencia y estabilidad. Para cada persona su grupo
de referencia le conere una imagen positiva, y le sirve
como modelo a imitar.
Es verdad que una persona puede ser miembro de un
grupo de referencia por motivos ajenos a su voluntad,
como ocurre cuando alguien nace en una cierta familia o
es miembro de un grupo por circunstancias que no están
a su alcance cambiar. Ese individuo puede no sentirse
identicado con los valores de ese grupo, ni la forma
de actuar, sus ideas o sus objetivos. Pero un grupo de
referencia normalmente es un grupo seleccionado, es
un referente elegido que ayuda a los seres humanos a
conducir su propia vida, pues lo perciben como positivo
y está constantemente inuyendo en sus creencias y
modo de actuar. Puede tratarse incluso de un grupo
al que una persona hace regularmente referencia sin
pertenecer a él y que no obstante ejerza un gran poder
sobre él. Este es el caso del grupo de los ricos al cual
un individuo puede no pertenecer por no ser rico, pero
desea ser como ellos y se rige por “el qué dirán”.
Habría pues que precisar lo dicho por Adam Smith cuando
explica que “[d]eseamos ser respetables y respetados.
Tememos ser despreciables y despreciados” (Smith,
1997, p. 138). En general es verdad que “deseamos
ser respetables” y “no despreciables”, pero eso es
especialmente cierto cuando se trata de los grupos
de referencia a los que pertenecemos o deseamos
pertenecer. Sin embargo, no todo ser humano es
plenamente libre para elegir a qué grupo de “respetables
y respetados” desea pertenecer. Hay seres humanos,
concretamente los jóvenes universitarios, que pueden
estar viviendo un proceso de enajenación tal y como la
describe Eric Fromm (1900-1980):
El hecho es que el hombre no se siente a sí mismo
como portador activo de sus propias capacidades y
riquezas, sino como una “cosa” empobrecida que
depende de poderes exteriores a él y en los que ha
proyectado su sustancia vital (Fromm, 1970, p.107).
¿Qué ocurre cuando un individuo pertenece a un
grupo de referencia que admira un ideal equivocado,
un antivalor? ¿Qué sucede cuando una persona es
miembro de un grupo al que hace constante referencia
que de hecho lo hunde y lo perjudica? ¿Qué ocurre
cuando se nace en una cultura enajenante que no
admite que cada individuo tenga sus propios propósitos,
sino que le impone una manera de ser? Una persona
así, enajenada, no ha descubierto que su vida depende
de sus ideas y de sus convicciones; no ha pensado sus
ideas por sí mismo, tan sólo repite. Esta es la diferencia
entre vivir y ser vivido, al menos intelectualmente. Ser
vivido es no pensar por sí mismo, no vivir plenamente.
Solo el hombre que sabe, que sabe de y piensa
mientras sabe, puede disfrutar absolutamente la
invitación a vivir y a vivir bien. Él mismo custodia y nutre
su vida intelectual. Vivir enajenado, como dice Fromm,
es no saber de sí mismo, no sentirse a sí mismo
portador activo de sus propias capacidades y riquezas.
Por ello resulta peligrosamente deseducativo, como
bien lo advierte Adam Smith (1997), que usualmente en
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Esta gura muestra lo concentrada que está la riqueza
en el decil más rico de la sociedad mexicana. Esto
sería equivalente a decir que si tuviéramos un pastel
de cumpleaños y diez invitados, uno, el más rico, se
quedaría casi con cuatro rebanadas; y, el más pobre,
con algo más que la décima parte de una rebanada.
Si así son las cosas, es difícil llevar la esta en paz y sin
envidias. ¿No es ya de por una desigualdad de esta
magnitud una realidad que inhibe la convivencia humana?
Adicionalmente, como se puede observar en gura 2,
la distribución del ingreso en México muestra lo que en
estadística se llama una asimetría positiva (Del Castillo&
McCadden, 2014). La mediana, monto de ingreso que
divide en dos la distribución de la población, es menor al
ingreso medio de la población. Lo cual quiere decir que
62%
38%
Distribución del ingreso en México, 2012
Cifras oficiales INEGI
90% restante
10% más rico
Figura 1 Distribución del ingreso en México
la sociedad, e incluso en la universidad que la reeja
y la copia sin cuestionarse, “la riqueza y la grandeza
suel[a]n ser contempladas con el respeto y la admiración
que sólo se deben a la sabiduría y la virtud” (p. 138). Esto
es “lo generalmente aceptado”, “lo que todos piensan”,
lo que nos imponen “los otros”, el alienum. De ese “otro
impersonal” procede la desgurada creencia de que
los ricos son individuos únicos, que algunas virtudes
especiales tendrán que tener que les permita ser a la
vez viciosos y moralmente buenos. Son ricos. En el
alienum también “se dice” que los pobres lo son por sus
debilidades y sus vicios. De este modo la enajenante e
impersonal opinión del “se dice” y “se piensa” impone
la creencia dominante de que la sabiduría y la virtud
no son en absoluto objetivos dignos de respeto, si no
vienen acompañados de una buena dosis de riqueza.
No es una exageración decir que en general en todas
las sociedades, y particular en América Latina, “las
atenciones más respetuosas se orientan hacia los ricos
y los grandes más intensamente que hacia los sabios
y los virtuosos […, y así los] principales objetivos de
la ambición y la emulación son merecer, conseguir y
disfrutar el respeto y admiración de los demás” (Smith,
1997, p. 138).
¿Deseduca la sociedad a los estudiantes
universitarios?
Una universidad puede muy bien tener como propósito
educar a sus estudiantes para que sean personas
plenamente humanas, pero los universitarios se encuentran
inmersos en una sociedad y esta no necesariamente tiene
los mismos valores. ¿Qué sentido tiene una educación
universitaria cuando la experiencia social del educando no
es heredera de una tradición centrada en el respeto de la
persona humana? Peor aún, ¿qué efectos puede tener una
educación profesional que pretende ser profunda cuando
el grupo de referencia al que pertenece un estudiante
universitario no respeta la dignidad de la persona humana?
Este puede ser el caso de México (McCadden & Del Castillo
Negrete, 2015), en el cual hay una mala distribución
del ingreso que en buena medida dicta la concepción
de lo bueno y lo malo en función de lo rico y lo pobre.
Para poder entender esto, primero hay que revisar
algunos datos. En México el 38% del ingreso nacional
lo percibe el 10% más rico de la población. Y el 90%
de la población percibe tan sólo el restante 62% del
ingreso. Véase la gura 1:
el 50% de la población en México ganó 691 dólares o
menos en 2012 y, sin embargo, un “mexicano promedio”
ganó en el mismo año 1,017 dólares al mes. El hecho
de que la mediana, esto es US$691, esté por debajo de
la media de US$1,017 muestra cómo la riqueza de los
ricos es tan grande que hala el promedio hacia arriba.
Esto a pesar de que el 50% de la población gana US$691
o menos. Se ve más claramente esto si se piensa en un
hogar en donde hubiera dos personas y una de ellas
comiera una vez al día y la otra tres. Es cierto que en
promedio las personas de ese hogar comen dos veces
al día, pero ese promedio está fuertemente afectado por
el hecho de que en ese hogar la mitad de las personas
solo comen una vez al día y la otra tres. El promedio no
nos permite ver lo mal distribuida que está la comida en
ese hogar.
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No solo es México un país de desigualdad, sino que,
lamentablemente, y a pesar de los esfuerzos, no se
ha logrado erradicar la pobreza, en los términos que
establece la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos
1
.
La gura 3 de porcentajes muestra la pobreza medida
por la falta de alimentos, salud, educación, empleo y
otras carencias. En México el 46% de la población
tiene una o más carencias, o sea es pobre. Y el 33%
es vulnerable, que quiere decir que si bien no tiene
carencias básicas puede fácilmente llegar a tener
alguna de ellas si un miembro de la familia se enferma
gravemente o sufre un accidente. Sólo el 21% de la
población en México no es ni pobre ni vulnerable.
2
Figura 2 Distribución del Ingreso familiar en México
1
Artículo 23.
1. Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la
protección contra el desempleo.
2. Toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual salario por trabajo igual.
3. Toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria, que le asegure, así como a su familia, una
existencia conforme a la dignidad humana y que sea complementada, en caso necesario, por cualesquiera otros medios de protec-
ción social.
4. Toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa de sus intereses.
Artículo 26.
1. Toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción elemental
y fundamental. La instrucción elemental será obligatoria. La instrucción técnica y profesional habrá de ser generalizada; el acceso
a los estudios superiores será igual para todos, en función de los méritos respectivos.
2. La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos hu-
manos y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los
grupos étnicos o religiosos, y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz.
3. Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos.
2
Es interesante ver lo que el Banco Mundial piensa en torno a la población vulnerable de América latina: Los “vulnerables” de Latinoamérica,
más cerca de la clase media que de la pobreza.
En: http://www.bancomundial.org/es/news/feature/2016/01/29/vulnerables-latinoamerica-mas-cerca-clase-media-pobreza Consulta:
13/11/2016.
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La verdadera riqueza y la clase media
Nuestra visión de la vida social y de la riqueza nos resulta
tan usual, normal y cotidiana que no nos damos cuenta
que realmente es algo anormal y nada frecuente en el
conjunto de los países desarrollados.
Pensaba Hegel (1770-1831) que lo conocido,
precisamente por conocido, nos resulta desconocido
(Hegel, 1991, p. 23). Reformulando a Hegel se podría
decir que la mala distribución de la riqueza nos resulta
tan usual, normal y cotidiana que no nos preguntamos
por los efectos que tiene sobre nuestra cultura y más
concretamente sobre la educación universitaria. El ideal
de ser rico nos es tan “familiar” que no hay lugar para
cuestionar los benecios, ni los malecios que la riqueza
puede eventualmente traer.
Así que, resulta conveniente el preguntarnos desde el
punto de vista del humanista si hay alguna relación entre
la educación universitaria y la distribución del ingreso.
Esto es, si hay alguna relación entre la riqueza y la
naturaleza humana.
Es socialmente tan aceptado que el tema de la riqueza
es el coto de los economistas, los contadores, los
administradores, entre otros, que preero manifestar
esta cuestión a modo de duda: ¿Puede la máxima délca
“conócete a ti mismo” (γνῶθι σεαυτὸν, transliterada:
gnōthi seauton) decirnos algo en cuanto a la riqueza, a
nuestro deseo de ser ricos y sobre la cantidad de riqueza
que debemos tener? Parece que sí, pues cuando una
persona carece de riqueza sabemos que su dignidad
humana sufre un efecto degradante llamado miseria.
Pero, ¿pensamos que existe un peligro similar cuando
uno es demasiado rico o cuando uno tiene riqueza en
46%
33%
21%
Medición de pobreza de acuerdo a CONEVAL, 2014
Pobres Vulnerables No pobres ni vulnerables
Figura 3 Medición de pobreza en México de acuerdo a
CONEVAL, 2014
exceso? ¿Es verdad que más riqueza es realmente
mejor que menos riqueza?
¿Quién puede negar que la riqueza sea fundamental
para los seres humanos? Mas la cuestión que habría
que contestar es: ¿por qué es importante? Esto parece
tan obvio que justamente por eso es difícil de dar una
respuesta adecuada. Sin embargo, mi pretensión es
que nuestra naturaleza humana puede darnos pistas
esenciales sobre el nivel de bienestar y la riqueza
al que debemos aspirar. Es decir, considero que los
humanistas podemos decir algo acerca de la riqueza que
pueda ser apreciado por los economistas, contadores y
administradores.
Para ello es útil introducir la noción de una “clase media
verdaderamente rica” (McCadden, 2006) elaborada por
Aristóteles (384-322), quien era un agudo observador
social. Su concepción de una “verdadera riqueza”
correspondía con su visión ética de la vida, que tiene
que ver con su concepción de la virtud como término
medio (Ética Nicomaquea, Libro I, Capítulo 1).
Aristóteles pensaba que el que posee la virtud de la
valentía se encuentra entre el temeroso y el temerario, y
el que es justo lo es porque se encuentra entre el injusto
por exceso y el injusto por defecto. Así la verdadera
riqueza se halla entre los dos extremos de exceso de
riqueza y falta de ella. Y lo mismo para la clase media
que es la se ubica entre dos extremos, a saber, los muy
ricos y los muy pobres (Política, Libro IV, Capítulo IX).
Se trata literalmente de “los de en medio”, Aristóteles
dice οι μεσοι (los mesoi), que sería una clase social que
no tiene carencias porque es verdaderamente rica, lo
cual signica que tiene una moderada riqueza limitada
por la naturaleza humana, y por ello Aristóteles la llama
riqueza natural.
Aprovecho aquí para exponer más ampliamente qué es
eso que Aristóteles llama una moderada riqueza. Habría
que empezar por decir que únicamente una moderada
riqueza es la verdadera riqueza (Política, Libro I,
Capítulo III). Creo que el concepto de verdadera riqueza
es ajeno no sólo a la cultura mexicana, sino a la cultura
latinoamericana en general, en donde la gran mayoría
de los países sufren de una deplorable distribución de
la riqueza.
Según Aristóteles, es verdaderamente rico el que tiene
lo que necesita. Es obvio que el pobre menesteroso
no tiene lo que necesita, pero el muy rico tampoco,
sino que tiene más de lo que necesita y, por ello, no
es verdaderamente rico. Si alguien le pregunta a un
mexicano común y corriente si preere tener una riqueza
limitada o una riqueza ilimitada, creo que, sin pensarlo,
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diría que preere una riqueza ilimitada. Es decir, para un
mexicano promedio entre tener una cantidad de riqueza
con límite u otra sin límites, lo que aparentemente lo
haría denitivamente feliz sería ser, sin límites, rico.
¡Poco conocemos los mexicanos sobre este tema y creo
que este es también el caso para los latinoamericanos
en general! ¿Será quizá que habiendo tantos pobres en
nuestro país se piensa que para erradicar la pobreza
es mejor desear, aunque sea por lo menos desear,
ser ilimitadamente rico? Olvidamos lo que le sucedió
al Rey Midas que por desear ser ilimitadamente rico el
castigo fue que todo lo que tocaba se convertía en oro
por lo cual no podía ni siquiera comer. Y, sin embargo,
los mexicanos, desoyendo la sabia mitología griega,
deseamos abiertamente ser como Midas.
Aristóteles dedica muchas páginas (Política, Libro
I, Capítulo III) a explicar qué es lo que constituye la
verdadera riqueza, pero yo quisiera darle acceso a esta
idea con un ejemplo sacado de la vida real.
Cuando Ferdinand Marcos gobernó Filipinas como
presidente y más tarde como dictador en los años
sesenta, setenta y ochenta, su esposa Imelda acumuló,
según algunas versiones, algo más de 1,200 pares de
zapatos. Ahora bien, lo que quisiera yo preguntar es
si esos 1,200 pares de zapatos son riqueza verdadera
para una persona. Habría que tomar en cuenta que si
Imelda Marcos se hubiera cambiado de zapatos tres
veces al día en un año apenas habría estrenado 1,095
de los 1,200 pares de zapatos que tenía.
Los seres humanos —dice Aristóteles— solo pueden
usar una cantidad limitada de bienes y servicios. No es
razonable usar ocho camas cada noche, aunque esté
yo dispuesto a cambiarme de cama cada hora. Esto
resultaría una locura. Hay pues una riqueza natural que
consiste en aquellos bienes necesarios para la vida y
útiles para la comunidad doméstica o política.
Si nos jamos en nuestros deseos, podemos creer que la
riqueza podría ser ilimitada, como el niño que pide en un
restaurante todo lo que le apetece sin ponerse a pensar
que no se lo va a poder comer simplemente porque no
cabe en su estómago tal cantidad de alimento.
El problema está en que nunca nos preguntamos por la
verdadera riqueza desde el punto de vista de los bienes
y servicios que pueden realmente usarse, normalmente
cuando pensamos en riqueza, lo hacemos en términos
de dinero, pero el dinero sí se puede poseer casi
ilimitadamente. Así, si tuviéramos un millón de dólares
físicamente, siempre podríamos desear tener más o
incluso tener en nuestra cuenta bancaria una cantidad
con un cero más, o sea, diez millones de dólares, y
luego con otro cero más, y así tendríamos cien millones
de dólares y esto puede continuar casi al innito.
La riqueza en numerario parece, ciertamente, poder
ser ilimitada, pero Aristóteles nos invita a dejar de
lado el dinero y a tener toda la riqueza en cosas,
esto es, en bienes y servicios. Figuremos a la sazón
la deseabilísima riqueza de Bill Gates (1955- ), que,
según entiendo, gira en torno de los $75 mil millones
de dólares (Forbes, 2017), en cosas, o sea, en bienes
y servicios. Imaginemos ser dueños de setenta y cinco
mil casas de un millón de dólares. Tan pronto dejamos
de pensar en términos de dinero y pensamos en cosas,
resulta que setenta y cinco mil millones de dólares en
cosas no solo son francamente innecesarios, sino que
dejan de ser atractivos. Tanta riqueza sería irracional,
y prueba de ello es que el mismo Bill Gates, como
tantos otros multimillonarios, ha sentido la necesidad de
regalarla, por innecesaria (CNN, 2015) ¿Cuántos jugos
de naranja puede uno beber en toda su vida?, ¿una
cantidad limitada o una cantidad ilimitada? Creo que lo
dicho basta para entender que la verdadera riqueza, la
riqueza natural, es limitada porque lo que necesitamos
en la vida es limitado, por más elegante y suntuoso
que pueda ser lo que necesitamos. La riqueza que un
ser humano va utilizar y gozar a lo largo de su vida es
limitada justamente porque el hombre es limitado, si el
ser humano es limitado sus necesidades también lo son.
Por todo esto, Aristóteles proponía como solución a los
problemas de Atenas del siglo IV, que habían perdido su
clase media por las Guerras del Peloponeso (431-404 a.
C.), el restablecimiento de una clase media que tuviera
una riqueza bastante para satisfacer necesidades,
es decir, proponía una clase media verdaderamente
rica. No dejo de señalar que así no pensamos los
latinoamericanos y tampoco los mexicanos. A cualquiera
que viniera a querer limitar nuestro deseo de riqueza lo
despacharíamos por mediocre, o muy poco ambicioso,
sin darnos cuenta de que querer ser ilimitadamente ricos
no sólo es irracional, sino francamente estúpido por no
obedecer a la razón.
Así pues, habrá que preguntarse si el terror que genera
lo sucedido al Rey Midas es suciente para desear
ser verdaderamente rico y dejar de desear serlo
ilimitadamente. De la misma manera como la sobre
indulgencia en el comer y beber generan una sensación
de incomodidad que hace ver al crapuloso que ha
comido y bebido en exceso, la educación universitaria
dotada de un gran sentido común tendrían que dar
elementos para eliminar la disposición a admirar y casi
idolatrar a los ricos y poderosos, y empezar a apreciar
a ayudar las personas pobres y de modesta condición,
y de esa manera no solo detendríamos la corrupción de
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«Los Estudios Generales y la clase media», Carlos J. McCadden M.
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nuestros sentimientos morales, sino que abriríamos un
nuevo horizonte ético, tan anhelado en América Latina.
La educación universitaria con sentido
verdaderamente humano
A Platón (c. 427-347 a. C.) le resultaba evidente que es
bueno ser feliz y que de alguna manera el ser bueno
lleva a la felicidad, y criticaba a la gente que tendía a
confundir la riqueza con la felicidad. Hoy en día, como
en la época de Platón, la gente preere ser rica, aunque
esto ponga en cuestión o en peligro su bondad moral.
Este ideal de la sociedad contemporánea desatiende la
advertencia de Platón (Las Leyes, Libro V) que sostiene
que el rico nunca llegará a ser verdaderamente feliz si
no es al mismo tiempo bueno. Y que es imposible que,
si uno es bueno en grado extremo, sea uno al mismo
tiempo rico de manera extraordinaria.
El motivo, según Platón, es que la persona que no
se ocupa de ser bueno, puede obtener ganancias
indistintamente por medios justos e injustos; en cambio,
el bueno solo las obtendrá por medios justos, lo cual
seguramente le generará menos ganancias. Además,
dice Platón en el Libro V de las Leyes, el hombre no
virtuoso no será magnicente, por lo que no gastará, y,
en cambio, el bueno gastará no solo en sus necesidades,
sino en cosas buenas y honestas, lo cual hará que sus
gastos sean mayores. Así, en las mismas circunstancias,
con ingresos justos que necesariamente serán menores
y con gastos honestos que seguramente serán mayores,
un hombre bueno no podrá alcanzar el nivel de riqueza
de un hombre malo.
El hombre bueno no tiene por objetivo la pura ganancia,
en cambio el malo sí. Pues, la ganancia no es un n,
sino un medio, cosa difícil de entender. De esta manera,
ganando con justicia y en contra de ella y sin gastar,
ni justa ni injustamente, uno se hace rico. Aunque no
deja de ser verdad que el hombre pervertido vive en el
libertinaje y por ello muchas veces gasta tanto que se
empobrece rápidamente. De donde Platón concluye
que no ganando sino por medios justos y gastando
honestamente no es posible adquirir una fortuna
extraordinaria, si bien tampoco empobrecerse mucho, lo
cual sí es un problema para el hombre malo pervertido.
Profundizando lo dicho por su maestro, Aristóteles
escribe que, si bien no es posible ser feliz sin ser bueno,
tampoco lo es sin poseer una verdadera riqueza, y
concluye que no es posible ser feliz si solo se busca
vivir y no vivir bien: los que pretenden vivir sin límite,
desean consiguientemente sin límite las cosas que
estimulan la vida y buscan en exceso lo cómodo y
placentero, lo cual depende de la propiedad, por lo que
aplican toda su energía a hacer dinero. Así en lugar de
buscar el correcto ejercicio de las profesiones, hacen
de todas ellas asunto de negocio; y de esa manera, en
lugar de ejercer la medicina para reestablecer la salud
de su paciente, buscan descaradamente como n el
hacer dinero. Esto a pesar de que es imposible derivar
provecho directamente del mismo dinero, puesto que
nadie come dinero.
El concepto de ‘verdadera riqueza’ es subjetivo en
más de un sentido, pues es un sujeto bueno el que
requiere bienes para ser bueno, y el hombre no podrá
sin ellos ejercer plenamente su bondad virtuosamente.
Un hombre bueno requerirá más bienes cuanto más
grandes sean las obras que realiza. Un buen ciudadano
requiere de un automóvil, un buen alcalde de un
helicóptero, y un buen presidente quizá de un avión.
Pero nunca será la verdadera riqueza tan subjetiva que
no tenga un fundamento objetivo, lo cual se fundamenta
en lo necesario. La verdadera riqueza es la que se usa,
y no la que se desperdicia porque no se usa: “Vuestra
riqueza está podrida y vuestros vestidos se apolillan;
vuestro oro y vuestra plata están tomados de herrumbre
y su herrumbre será testimonio contra vosotros y
devorará vuestras carnes como fuego” (Santiago 5,2).
3
La plenitud humana tiene que ver con la integralidad. Así,
para la educación integral de la inteligencia no bastan
las artes y los conocimientos técnicos, sino que son
necesarias la ciencia y la sabiduría. Pero el ser humano
no solo es capaz de verdad, sino también de bien. No
basta con educar la inteligencia del ser humano, pues
el hombre no es solamente un ser inteligente, hay que
educar, formar, sacar y conducir también su voluntad.
Ninguna duda cabe que el ser humano es capaz de
verdad y que es menester formar su inteligencia. Sin
embargo, ¿puede la universidad educar la voluntad?
Si la respuesta es positiva, entonces no solo habrá que
enseñar la verdad del bien, sino el bien de la verdad, esto
es, habrá que conseguir que los estudiantes busquen y
amen por buenas las verdades que se les proponen.
Así como es necesario fortalecer la inteligencia del
discente mostrándole las verdades alcanzadas, también
se le deber motivar a que se pregunte sobre ellas, e
invitarlo a dudarlas. También habrá que enseñarle a
investigar y a seguirle la pista a la verdad. Sin embargo,
habrá además que fortalecer la voluntad del educando.
Enseñarle a utilizar su inteligencia y su voluntad para
verdaderamente ser libre. No se puede ser libre
solamente con la inteligencia, se necesita que entre en
3
Ver: Mt. 6: 19-21; Stgo. 29: 10-12; Pr. 16: 27
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acción su voluntad. En su ensayo Sobre la libertad, John
Stuart Mill (1806-1873) dice que solo el ser humano que
discierne, desea, decide y se mantiene en su decisión
deliberada es un individuo libre (Stuart Mill, 1970).
Así que, no es posible educar sin hacer referencia al
fortalecimiento de la voluntad en la búsqueda del bien,
eso es lo que propiamente se llama virtud, que es una
cualidad de la voluntad, le da calidad. Se suele pensar
que la universidad debe concentrase en las fortalezas
o las virtudes intelectuales. Mas para una educación
integral, eso no es suciente. Si falta el desarrollo de
la voluntad de los estudiantes, que es una condición
fundamental de una educación, entonces no es posible
formarlos en y para la libertad.
La universidad no sólo debe enseñar qué es la justicia,
sino ejercitar a los alumnos en ella. Lo mismo debe
hacerse con las demás disposiciones, o hábitos, de la
voluntad, como la prudencia, el valor y la templanza. Una
institución universitaria no es digna de ese nombre si no
es un ejemplo de integridad moral. Eso dice el refrán: “El
buen juez por su casa empieza”.
Pero eso no es todo, ¿se puede educar universitariamente
la voluntad en estas virtudes cuando nuestros docentes
y discentes viven en nuestras sociedades que no son del
todo ni prudentes, ni valientes, ni templadas, pero, sobre
todo, no son justas, ni desean serlo?
El secreto está en una clase media
verdaderamente rica
En el siglo IV a.C. Grecia, a diferencia del siglo V que
fue el siglo de oro, se caracterizó por una grave crisis
consistente en una injusta distribución de la riqueza y
la desaparición de la clase media. Ante esta situación
tan indiscretamente parecida a México y a la mayor
parte de América Latina,
4
mientras Platón (427-347
a.C.) proponía como solución el comunismo (República,
Libro V), si bien en las Leyes abandona el comunismo,
Aristóteles pensaba que se debía buscar el equilibrio
de la ciudad de Atenas mediante el restablecimiento
de la clase media (Política, Libro IV) que había sido tan
pujante en el siglo anterior. Aristóteles entendía que
con el advenimiento de la clase media terminarían el
desequilibrio político y las encarnizadas luchas sociales.
Lo que Aristóteles buscaba era crear una sociedad de
pequeños productores.
A los mexicanos nos encanta decir que México es un
país surrealista y que si Kafka hubiera sido mexicano,
habría sido un escritor costumbrista, porque la irrealidad
mexicana sería lo único que podría retratar, pero lo que
no queremos ver es que los mexicanos como sociedad
no obedecemos a la razón y tampoco entendemos lo
grave que es esto desde el punto de vista educativo.
Una educación universitaria en una sociedad que no
obedece a la razón y que tiene y promueve aspectos
irracionales y surrealistas es una labor extremadamente
difícil, porque se trata de educar a seres humanos
concretos en una sociedad prácticamente dividida en
dos (ricos/pobres), en donde la solidaridad entre estas
clases sociales queda usualmente excluida.
Lo dicho por Aristóteles de Atenas se puede transcribir
para describir México. Los mexicanos muy ricos, diría
Aristóteles, no quieren obedecer a la razón ni saben
cómo, y adquieren esta situación desde niños en su
hogar, pues, por la molicie en que vivieron, no contrajeron
hábitos de obediencia en la escuela; y los muy pobres
tampoco obedecen a la razón porque al estar en
extrema necesidad de bienes, son demasiado sumisos
y apocados. México se puede describir bastante bien
como un país de “esclavos” y “señores”, de una clase
de envidiosos y otra de despreciadores, pero no de
hombres libres, lo cual es lo más distante de la amistad
y de la comunidad política (Política, Libro IV, Capítulo
IX). El poeta, escritor, ensayista y diplomático mexicano
Octavio Paz (1914-1998), Premio Nobel de Literatura en
4
En abril 09, 2016 el Banco Mundial decía que América Latina no será por ahora una región de clase media. Véase el artículo que aparece
en: http://www.bancomundial.org/es/news/feature/2016/04/09/america-latina-no-sera-region-clase-media Esa opinión dista mucho de lo
que el mismo Banco Mundial expreso en Octubre 10, 2013 a hacer referencia, al congreso denominado América Latina: El crecimiento de
las clases medias y la brecha de servicio, entonces se dijo:
“Más de 50 millones de latinoamericanos se sumaron a las filas de clase media en la última década, en gran parte como resultado de
sólidas políticas macroeconómicas y buen manejo fiscal de los gobiernos de la región.
Por primera vez en la historia hay más latinoamericanos de clase media que pobres, cuyos números también cayeron drásticamente.
Si bien América Latina está encaminada a convertirse en una región de clases medias, la provisión de servicios para este emergente
grupo aún dista de ser satisfactoria. Desde más seguridad ciudadana y mejor educación, pasando por buenos sistemas de salud e
infraestructura, América Latina tiene aún mucho que recorrer para prestar buenos servicios a sus ciudadanos.
El País y el Banco Mundial han convocado a expertos, líderes políticos y empresarios el 10 de octubre en Ciudad de Washington
para discutir este crítico tema al más alto nivel durante el seminario: América Latina: El crecimiento de las clases medias y la brecha
de servicios”.
En: http://www.bancomundial.org/es/events/2013/09/24/clase-media-america-lativa-servicios-publicos Consulta:13/11/2016
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1990, repite la misma idea veinticinco siglos después de
esta manera:
Para el mexicano la vida es una posibilidad de
chingar o ser chingado. Es decir, de humillar, castigar
y ofender. O a la inversa. Esta concepción de la vida
social como combate engendra fatalmente la división
de la sociedad en fuertes y débiles. Los fuertes –los
chingones sin escrúpulos, duros o inexorables– se
rodean de delidades ardientes e interesadas. El
servilismo ante los poderosos –especialmente entre
la casta de los políticos– es una de las deplorables
consecuencias de esta situación (Paz, 2004. p. 71).
Hegel (1770-1831), lósofo de Stuttgart, expuso en su
Fenomenología del Espíritu (Autoconciencia, IV) que la
lucha entre las personas, que él llamaba la lucha entre
las autoconciencias contrapuestas, se termina cuando
las autoconciencias contrapuestas se reconocen como
lo que son; es decir, cuando las personas se reconocen
entre sí como personas y actúan en consecuencia.
Es impresionante ver lo mucho que les cuesta a los
mexicanos reconocerse mutuamente como personas,
pues no es parte de nuestra cultura mexicana. Su
lenguaje está plagado de términos despreciativos que
muestran claramente la voluntad de poner una gran
distancia entre las personas. Creo que no exagero
si digo que en América Latina no nos consideramos
iguales, y que no nos reconocemos los unos a los otros
como personas con la dignidad que nos corresponde.
El reconocimiento de la dignidad humana se encuentra
ampliamente desarrollado en la Declaración Universal
de Derechos Humanos de 1948. Su preámbulo expone
que los pueblos de las Naciones Unidas han rearmado
en la Carta su fe en los derechos fundamentales del
hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana
y en la igualdad de derechos de hombres y mujeres, y se
han declarado resueltos a promover el progreso social
y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más
amplio de la libertad (Naciones Unidas, 1948).
A la Universidad, y en particular a los Estudios Generales,
corresponde cultivar el ingenio universitario que ayude a
conocer y entender la cuestión social, y a incrementar
la cohesión de la sociedad en que se vive, para lograr
un solo cuerpo social (res publica) unicado. Esto último
necesita del respecto de la virtud del trabajo, y de la
virtud de la conanza, que es lo que permite que no se
disuelva la concordia social, a la cual se podría llamar
“pacto social”. La conanza es una virtud espiritual y
la laboriosidad es una virtud material, pero ambas son
el “pegamento social”, el medio por el que nos unimos
socialmente nosotros mismos y con las cosas (las res):
Las virtudes nacen del ingenium para conseguir
juntarnos en un cuerpo social político (la res
publica); labor será el papel que nuestra historicidad
desempeña en ese cuerpo social; por último, des
comunica la laboriosidad entre todos los ciudadanos
en la jerarquía que les corresponde y permite que
no se disuelva la concordia social. (Espino, 2016,
pp. 73-74).
El “pacto social” que se basa en el respeto al trabajo
de cada miembro y en el respeto a la conanza mutua
de los que integran esa sociedad es el fundamento del
acuerdo para generar y conservar una clase media
verdaderamente rica. Respetar el trabajo y la conanza
mutua es trastocar la estructura social, sacando de su
interior la “verdad social” que permite la unión entre
sus miembros. Desgraciadamente, esa es la “verdad
social” de la que carece la res publica mexicana
(McCadden, 2006), y en general, casi toda sociedad
de Latinoamérica. Estas son sociedades escindidas y
polarizadas, contienen ricos y pobres en mayor o menor
proporción, pero no están compuestas de ciudadanos
que respeten equitativa y solidariamente su trabajo, ni
tampoco que confíen recíprocamente en sí mismos.
Existen otros proyectos que no ponen en el centro de
la vida social la dignidad de la persona humana, y por
ende tampoco la conanza ni la laboriosidad de sus
ciudadanos, sino que son pactos que buscan otro tipo
de “pegamento social” que, a mi juicio, ponen en peligro
lo que hemos llamado “pacto o el contrato social”. Este
es el caso del “Pacto Burgués” que nos propone la
economista e historiadora económica Deirdre Nansen
McCloskey (1942-)
5
, en los siguientes términos:
El lema anti-ecualizador de Deng Xiaoping (1904
-1997)
6
, fue: “Deja que la gente se enriquezca
5
McCloskey (1942- ) ha obtenido el reconocimiento de Distinguished Professor de Economía, Historia, Inglés y Comunicación de la
Universidad de Illinois en Chicago (UIC). También es profesora adjunta de Filosofía y durante cinco años fue profesora visitante en la
Universidad Erasmus, Rotterdam. También fue profesora de la Universidad de Chicago (1968-1980) y de la Universidad de Iowa (1980-
1999). En: https://en.wikipedia.org/wiki/Deirdre_McCloskey inglés y en español. (Consulta: 14/11/2016)
6
Fue el revolucionario líder máximo de la República Popular China (1978-1989) que, después de la muerte de Mao (1976), condujo a
su país a través de profundas reformas de economía de mercado. Esta liberalización de la economía socialista llevó a este país a los
extraordinarios niveles de crecimiento económico que ha alcanzado en las últimas décadas.
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primero”. Este es el Pacto Burgués: “Me concedes a
mí, un proyectista burgués, la libertad y la dignidad
de probar mis planes en un mercado voluntario, de
quedarme con las ganancias, si tengo alguna, en el
primer acto -aunque acepto, a regañadientes, que
otros competirán conmigo en el segundo. A cambio,
en el tercer acto de un nuevo drama de suma
positiva, la mejora burguesa proporcionada por
(y por esos competidores molestos, de baja calidad,
que estropean los precios) los haré a todos ricos. Y
los hizo”.
7
El Pacto Burgués anti-ecualizador de McCloskey (2014)
ha sido identicado con el “trickle-down eect” que se
reere al efecto de ltración de la riqueza desde las
capas sociales más altas hasta las más bajas, el cual ha
sido criticado –particularmente por sociólogos tales como
Zygmunt Bauman (1925-2017)
8
– por las consecuencias
sociales que consideran ha generado esa política
económica. En su reciente libro, ¿La riqueza de unos
benecia a todos?, Bauman cuestiona la viabilidad
de este proyecto, pues descansa en el principio, muy
criticable, de que “la persecución del benecio individual
también proporciona el mejor mecanismo para la
persecución del bien común” (Bauman, 2014. p. 13).
En el otro extremo estuvo la defensa de los pobres y
de los trabajadores que hacían diversas corrientes del
marxismo, pero que desde 1989, con la caída del bloque
soviético, prácticamente ha desaparecido. Algunos
teólogos al estudiar el papel de las ciencias sociales y
de la teoría de la dependencia elaboraron la Teología
de la Liberación que fue utilizada para defender a los
pobres de diversas maneras (Tamayo-Acosta. 2000.
p. 79). Ante ella, la Iglesia Católica, por medio de la
Sagrada Congregación para la doctrina de la fe, publicó
un documento titulado Algunos aspectos de la teología
de la liberación (1984):
Préstamos no criticados de la ideología marxista y
el recurso a las tesis de una hermenéutica bíblica
dominada por el racionalismo son la raíz de la nueva
interpretación, que viene a corromper lo que tenía
de auténtico el generoso compromiso inicial en favor
7
Deng Xiaoping’s anti-equalizing motto was, “Let some people get rich first.” It’s the Bourgeois Deal: “You accord to me, a bourgeois pro-
jector, the liberty and dignity to try out my schemes in a voluntary market, and let me keep the profits, if I get any, in the first act—though
I accept, reluctantly, that others will compete with me in the second. In exchange, in the third act of a new, positive-sum drama, the
bourgeois betterment provided by me (and by those pesky, low-quality, price-spoiling competitors) will make you all rich.” And it did.” Mc-
Closkey, Deirdre Nansen. Measured, Unmeasured, Mismeasured, and Unjustified Pessimism: A Review Essay of Thomas Piketty’s Capital
in the Twenty-First Century. En: http://www.deirdremccloskey.org/docs/pdf/PikettyReviewEssay.pdf Consulta: 13/11/2016. La traducción
es mía.
8
Sociólogo, filósofo y ensayista polaco de origen judío. Desde 1971 reside en Inglaterra. Es profesor en la Universidad de Leeds, de ese
país. Y, desde 1990, es profesor emérito.
de los pobres. (Sagrada Congregación. Algunos
aspectos. VI, 10)
El documento antes citado (1984), advierte en la
introducción que: “Esta llamada de atención de ninguna
manera debe interpretarse como una desautorización de
todos aquellos que quieren responder generosamente y
con auténtico espíritu evangélico a «la opción preferencial
por los pobres”.
El ideal de la opción “preferencia por los pobres” ha
sido reducido y adaptado por diversos países. Se ha
materializado en una secularización que se convierte en
una política de los estados hoy, a veces llamada Pro-Poor
Growth. Los programas de las naciones para combatir
la pobreza se reducen prácticamente al asistencialismo
y a medidas paliativas sin trastocar la estructura social.
Estas medidas consisten en reducir la pobreza extrema
y asegurar la igualdad de oportunidades para que los
pobres mejoren su calidad de vida y tengan garantizados
alimentación, salud, educación, vivienda digna y un
medio ambiente adecuado para su desarrollo. Sin
embargo, este tipo de programas no incluyen de manera
alguna la modicación básica de la estructura social que
polariza a la sociedad.
Quizá se espera que cuando los pobres dejen de ser
pobres pasen a ser clase media. Que las iglesias ayuden
a los pobres para remediar sus males se entiende,
pero que los estados no busquen más que ayudar a
personas en situación de pobreza o de extrema miseria
es incomprensible. Los estados tendrían que buscar la
manera de modicar la estructura social que polariza a
la sociedad y promover la creación de una clase media
verdaderamente rica. No se trata tan solo de incrementar
el PIB per capita, sino de buscar la manera de que al
producirlo se logre una mejor distribución del ingreso y
de la riqueza. Se trata de hacer que la mayoría de los
ciudadanos sean personas verdaderamente ricas según
la denición de Aristóteles, para que la mayor proporción
de la población tenga más bienestar.
El Pacto Burgués de McCloskey y los programas
asistenciales devenidos política de estado para la
erradicación de la pobreza se encuentran en extremos
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opuestos, uno descansa en la promoción de los ricos y
el otro en el mejoramiento de los pobres. Ambos tienen,
en el mejor de los casos, la endeble, indirecta y ambigua
esperanza de crear una pujante clase media, pero
ninguno lo hace expresa y directamente.
En un extremo están los defensores de la igualdad de
oportunidades que valora la irrestricta riqueza de los
que puedan llegar a ser ricos y en el otro, los que toman
posturas a favor de los pobres, por el solo hecho de
ser pobres. Ambos extremos se oponen naturalmente.
Ante la apología de la riqueza desmedida y la defensa
beligerante de los pobres, Aristóteles nos interpela a
usar la razón y descubrir que el problema no está en
radicalizar los extremos, sino en la construcción de un
espacio medio.
Lo deseable es una condición social media en la que
prácticamente no hubiera desigualdad del ingreso ni
de la riqueza y en la que la mayoría de los ciudadanos
fueran verdaderamente ricos. Se trata de una amplia
clase media no polarizada, con pocos muy ricos y pocos
muy pobres. En ella el ingreso y la riqueza estarían
distribuidos normalmente, para usar un término de
estadística. Esto no es solo una utopía que denuncia
y anuncia, sino sobre todo, un ideal, que, si bien a
algunos puede parecer demasiado elevado, y por ello
inalcanzable, sin embargo, ayuda a la sociedad a elevar
sus perspectivas morales porque le traza el objetivo del
progreso y le da dirección precisa. Además, para no
alejarnos del tema central de este artículo, una clase
media verdaderamente rica generaría el ambiente
intelectual y cultural óptimo para una auténtica educación
universitaria, en el cual tendrían un originalísimo lugar
los Estudios Generales. Al respecto dice Adam Smith:
En las condiciones de vida medias y bajas el camino
a la virtud y el camino a la fortuna, al menos a la
fortuna que las personas en tales condiciones
pueden razonablemente esperar adquirir, son
felizmente en la mayoría de los casos muy similares.
En todas las profesiones intermedias e inferiores,
las capacidades profesionales verdaderas y muy
sólidas, combinadas con un comportamiento
prudente, justo, recto y moderado, rara vez dejarían
de tener éxito” (Smith, 1997. p.140).
Solo una sociedad así permite la obediencia a la razón y
la igualdad ante la ley. Continúa Smith:
Asimismo, las personas de condición media o baja
jamás serán tan eminentes como para situarse
por encima de la ley, lo que necesariamente las
intimidará, llevándolas hasta algún tipo de respeto al
menos hacia las reglas más relevantes de la justicia.
El éxito de tales personas, además, casi siempre
depende del favor y la buena opinión de sus vecinos
y sus pares, algo que rara vez se consigue sin una
conducta totalmente ordenada. Por tanto, el viejo
proverbio según el cual la honradez es la mejor
política resulta en tales situaciones casi siempre
absolutamente cierto. En estas circunstancias
podemos esperar un grado considerable de virtud;
y, por suerte para las buenas costumbres de la
sociedad, tales son las situaciones de la aplastante
mayoría de la raza humana (Smith, 1997. p.140).
Creo que en una sociedad isonómica en la que sus
ciudadanos se muestren poco deseosos de ser
gobernantes y en la que solo lleguen a serlo quienes lo
deban ser, será, sin duda, la mejor y necesariamente
la más pacíca y tranquila porque en ella regirá el
orden. Desgraciadamente, es justamente lo contrario
lo que ocurre en América Latina, en donde se vive una
circularidad causal recíproca, porque la falta de igualdad
en la distribución de la riqueza genera que no haya un
verdadero estado de derecho y, a su vez, la desigualdad
ante la ley genera desigualdad en la distribución de la
riqueza. Con estas condiciones sociales, la verdadera
educación universitaria resulta difícil en extremo.
El elemento que vincula la educación
universitaria y la clase media es la ἀρετή
(valor, excelencia) que deben cultivar los
Estudios Generales
Pero si la realidad social latinoamericana forma a los
universitarios en valores antagónicos, por un lado, los de
los ricos y por otro, los de los pobres, y no permite formar
a los universitarios en la clase media, al menos habría
que formarlos para la clase media del porvenir. Porque
educar es enseñar a vivir con medida, mesuradamente.
El modelo original de la educación integral de los Estudios
Generales, basado en la Παιδεία griega (Jaeger, 1962),
invita constantemente a vivir conforme a la virtud (ἀρετή):
Con todo en la medida en que tal hombre vive en
cuanto hombre y convive con los demás, ha de optar
también por practicar los actos correspondientes a la
virtud moral y consecuentemente tendrá necesidad
de aquellos bienes para vivir según condición de
hombre (Aristóteles, H 1178b 30 ss.)
Los Estudios Generales, pues, han de entenderse como
la entidad académica más propiamente orientada a
formar en la persona un tipo de cualidad que le permita
su desarrollo integral y le capacite, para ubicarse
signicativa y responsablemente en el mundo a partir de
una trayectoria histórica.
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Cuaderno de Pedagogía Universitaria
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Dominicana / PUCMM / ISSN 1814-4152 (en línea) / ISSN 1814-4144 (impresa) / pp. 7-21
Habrá que reconocer que las fortalezas de la voluntad
son las virtudes a las que también hace referencia Adam
Smith (1997) y que estas forman parte de la cultura
universitaria, deben ser el cultivo de la clase cultivada.
Un hombre cultivado cristaliza la Paideia griega que
incluye la idea del bien. Su cultivo permite el desarrollo
integral de la persona. La enseñanza de esas fortalezas
tiene condiciones sociales indispensables de tal modo
que sin las condiciones sociales adecuadas, se puede
llegar a dudar que la virtud se pueda enseñar.
9
Ser educado implica ser virtuoso, tener ἀρετή (virtud,
valor, excelencia), poseer la integralidad del hombre
humanus. Ser íntegro es desarrollar las virtudes
intelectuales y morales. Vivir en un país con una amplia
clase media verdaderamente rica, permite aspirar
naturalmente a la areté
10
(excelencia) que implica
equilibrio, auto moderación y vida equilibrada. La
educación de los hombres ricos y la de los hombres
pobres debe tener por objetivo una medianía ubicada
en el centro de la cual se pueda sacar el provecho que
Adam Smith señala. La verdadera educación prepara a
vivir en el μεσον (meson), medio. Y estar bien educado
es estar preparado para vivir en la clase media, de una
manera racional e isonómica.
Esta debe ser la intención del maestro prudente, el
cual, como el excelente político y legislador, debe hacer
entender a sus ciudadanos que la verdadera riqueza, y
no la riqueza ilimitada, es parte integral del ser humano
educado. De lo contrario, seguiremos educando con, y
para, la perniciosa disposición a admirar y casi idolatrar
a los ricos y poderosos, y a despreciar o como mínimo
ignorar a las personas pobres y de modesta condición, lo
cual como ha dicho Smith (1997), es al mismo tiempo la
mayor y más extendida causa de corrupción de la ética
y la moralidad.
Esta es una labor contracultural porque los valores,
las tendencias y las formas sociales de la verdadera
educación humanista son opuestos a muchos de los
valores establecidos por la sociedad latinoamericana
actual. En la cual, o se educa y se gobierna para los
poseedores privilegiados, lo cual tiene un precio
9
“El Sócrates platónico del Menón resume de esta manera la paradoja de toda enseñanza: <<A un hombre no le es buscar ni lo que sabe
ni lo que no sabe. En efecto, no buscará lo que sabe, porque lo sabe, y en tal caso no tiene necesidad de buscarlos; no buscará lo que no
sabe, porque tampoco sabe lo que tiene que buscar.>> Gusdorf ¿Para qué los profesores? 1977, p. 138
10
“si la virtud es susceptible de enseñanza tiene que consistir, necesariamente, en un saber. Es evidente que ninguno de los bienes tan
anhelado por el mundo y por los que la multitud entiende cosas como la salud, la belleza, la riqueza y el poder, constituye un verdadero
bien para el hombre si no va acompañada por el conocimiento y la razón. El saber que investigamos será, por tanto, esta razón, la fróne-
sis, que nos dice cuales son bienes verdaderos y cuales los falsos y por cuales debemos optar. […] En la Republica, Platón designa esto
precisamente con las palabras de “saber elegir” y declara que en la vida lo único que interesa es adquirir este tipo de saber.” (Jaeger,
1962, p. 560-561.)
demasiado elevado, o bien, se dizque educa a los
indigentes dándoles una muy pobre educación, cuando
lo que habría que hacer es educar en la construcción de
una clase media bien educada.
Conclusión
Vivimos en una sociedad desigual en muchas categorías
y no solamente en la del ingreso y riqueza. La condición
social media prácticamente no existe en América
Latina. Proponer una reestructuración de la sociedad
implementado una clase media verdaderamente rica
en cierto sentido es una utopía que denuncia y anuncia,
pero, sobre todo, es un ideal, un proyecto viable,
que, si bien parece irrealizable o inalcanzable, sin
embargo, diagnostica correctamente la cuestión social
latinoamericana, traza el objetivo del futuro progreso,
y le da dirección precisa, con elevadas perspectivas
morales.
De esto quisiera que se tomara conciencia. No todos los
países del mundo viven como lo hace América Latina,
eso es tan sólo típico de las sociedades desiguales.
Ahora quisiera terminar con una serie de preguntas
cuya formulación puede generar futuras pistas de
investigación: ¿Cómo es posible educar a un ser
humano y hacer de él un buen universitario cuando
se vive en una cultura y una ideología que encubre la
verdad en torno a la cuestión social?; ¿se puede pensar
en educar a universitarios que viven con la mentalidad
de “esclavos” o “señores”, de una clase de envidiosos
y otra de despreciadores, como decía Aristóteles? O
bien, como lo escribió Octavio Paz: ¿se puede educar
cuando la concepción de la vida social es el combate
en el que se opone el humillar, castigar y ofender, y sus
contrarios?; ¿no conduce esto fatalmente a la división
social?; ¿no es esto lo más distante de la amistad y de
la comunidad política?; ¿se puede educar así a hombres
libres?; ¿cómo se puede invitar al universitario a ser un
buen profesional en este ambiente cultural?
El objetivo de este artículo es invitar a los mexicanos,
quizá también a los dominicanos, y a latinoamericanos
20 • VENTANAS ABIERTAS A LA PEDAGOGÍA UNIVERSITARIA
«Los Estudios Generales y la clase media», Carlos J. McCadden M.
Cuaderno de Pedagogía Universitaria
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en general, a vivir como seres humanos, a que cada uno
se reconozca a mismo como persona y reconozca
plenamente en los demás su dignidad de personas. Y
de este modo invitar a nuestros universitarios a realizar
la recta ambición de no contentarse con la mediocridad,
sino anhelar lo mejor y buscar humanizarse con sus
propias fuerzas. Es una invitación a la comunidad
universitaria a considerar la posibilidad de encontrar
más vínculos entre los Estudios Generales y una clase
media verdaderamente rica. Y sobre todo, a tener en
mente que los Estudios Generales en las universidades
deben constituir hoy un modelo y un grupo de referencia
para sus maestros y sus alumnos como estándar para la
evaluación de mismos y de su propio comportamiento.
Esta manera de entender al Homo humanus integra en
el tiempo lo nuevo y lo antiguo (nova et vetera) y en el
espacio, lo cercano y lo remoto en una reexión que
avanza hacia una cultura universitaria universal. Cuando
se cumplen los objetivos formativos de las materias
de Estudios Generales consistentes en desarrollo del
pensamiento crítico (De la Isla, 1991), capacidad de
análisis y síntesis, facilidad y claridad de expresión, y
la conciencia del deber, del crecer personal conectado
con la respuesta a las imperiosas necesidades sociales,
entonces no solamente las demás materias universitarias
adquieren una perspectiva, una dimensión y una
calidad muy superiores, sino que se evita el peligro de
formar profesores y alumnos sin conciencia social, que
eventualmente pueden llegar a convertirse en individuos
incapaces de empatía.
La actualidad de este ideal educativo es conrmada por
la Magna Charta, Declaración del Parlamento Universal
de la Juventud de la UNESCO de agosto de 2014,
que dice: “Deseamos formar una nueva civilización de
personas que aspiren a tener una vida plena y con un
sentido transcendente, que vivan valores y virtudes que
dignican al ser humano. Queremos contribuir a reavivar
la esperanza en nuestra sociedad para que se haga
posible un mundo fraterno.
11
Un mundo fraterno es imposible con una desigual
distribución del ingreso y la riqueza. En cambio, una amplia
clase media verdaderamente rica hace socialmente
posible que los maestros y los alumnos universitarios
disfruten de una vida verdadera, descubierta, esclarecida
y plenamente entendida. Sin una clase media la
formación humanista es prácticamente imposible. Ante
la desigualdad, la búsqueda conjunta de profesores
y alumnos de la creación de una clase media es
tremendamente educativa, los forma en la humanitas, los
11
https://pujjuventudidente.wordpress.com/puj/manifiesto-magna-carta-de-jovenes-en-la-escuela-de-la-esperanza/
forja en el Homo humanus, y les facilita la incorporación
de la pαιδεία griega.
En la pαιδεία griega, la labor del maestro es la del
partero de almas, que recuerda a José Vasconcelos y
que encuentra su origen en la visión que tenía Sócrates
de mismo. Él tenía muy claro lo que hacemos los
profesores de Estudios Generales, porque él mismo
es un μαιευτικος. El verbo μαιεúω, que quiere decir en
griego “partear”, tiene que ver con el ser partero. Un
mayeuticós es un perito en partos, y en la universidad,
un perito en el parto de las almas (De la Isla, 2004).
El maestro de Estudios Generales debe ser un perito
en el alumbramiento de las ideas de nuestros alumnos,
porque solo si los alumnos dan a luz sus propias ideas,
las van a defender como propias a lo largo de su vida.
El discente no solamente acrecienta su conocimiento
por la mera recepción pasiva de ideas hasta entonces
desconocidas, sino que es inseminado por ellas y su
actividad frente a estas lo ilumina y lo forma. Es la
acción del poder formativo la que le da un nuevo orden y
signicado al material entonces adquirido. Es la actividad
fecundante de lo nuevo la que preña al pensamiento
e inmediatamente este concibe algo nuevo haciendo
suyos los objetos hasta entonces ignorados. Es así
como el conocimiento se amplía, se ilumina, pero, sobre
todo, se forma.
Los estudiantes comparan ideas, las sistematizan,
les asignan su verdadero lugar, entienden su valor
y determinan su dependencia mutua. Así descubren
que su vida depende de sus ideas; y esas ideas que
procrearon serán por ellos mismos encarecidamente
custodiadas y nutridas. “Somos nuestras ideas”, decía
Ortega y Gasset (1930). Esta es la diferencia entre vivir
y ser vivido; “ser vivido no es vivir”.
Lo contrario de vivir como hombre enajenado es ser
un hombre que sabe, que sabe de sí y piensa mientras
sabe, por ello este texto es una constante invitación no
solo a vivir, sino a vivir bien.
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VENTANAS ABIERTAS A LA PEDAGOGÍA UNIVERSITARIA • 21
«Los Estudios Generales y la clase media», Carlos J. McCadden M.
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