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Cuaderno de Pedagogía Universitaria
Vol. 14 / no.28 /
julio-diciembre 2017 / República Dominicana / PUCMM / ISSN 1814-4152 (en línea) / ISSN 1814-4144 (impresa) / pp. 22-27
Liberal arts for Buen Vivir/Vivir Bien
Waldemiro Vélez Cardona, PhD
*
Resumen
Este artículo plantea la importancia de los Estudios Generales para la construcción de una nueva
sociedad fundamentada en las propuestas y prácticas del Buen Vivir/Vivir Bien y presenta una síntesis
de las principales características de este último. Para alcanzar esa meta se requieren unos Estudios
Generales transdisciplinarios en los que la integración de conocimientos y prácticas pedagógicas
emancipadoras desempeñen un papel central. De esa manera, se podrá avanzar en la superación de
un canon occidental excluyente, dando paso a una revaloración de diversos saberes que habían sido
marginados e invisibilizados. Todo ello contribuirá con la formación integral del estudiantado universitario.
Abstract
The article denes Buen Vivir and stresses the importance of a liberal arts education in the building of a
society founded on its principles. Liberal arts grounded in a transdisciplinary curricula and the combination
of emancipating pedagogies play a central role in the solidication of the Buen Vivir culture. They allow
schools to leap from conventional and oftentimes-hegemonic canons of occidental thought to the study
of traditionally silenced perspectives, promoting the holistic training of university students.
Palabras clave
Buen Vivir/Vivir Bien; Estudios Generales; transdisciplinariedad; formación integral; cambio civilizatorio
Keywords
Buen Vivir; Liberal Arts; transdisciplinary; holistic training; civilizing change
Estudios Generales para el Buen Vivir/Vivir Bien
Recibido: 16-06-17
Aprobado: 05-09-17
*
Waldemiro Vélez Cardona:
tiene una maestría (1985) y un bachillerato (1983) por la Universidad de Puerto Rico; posee también un
doctorado en Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Autónoma de Barcelona. Es catedrático en el Departamento de
Ciencias Sociales de la Facultad de Estudios Generales en el Recinto de Río Piedras de la UPR. Para contactar al autor: waldemirov@
hotmail.com
Somos tierra que piensa, siente y ama.
Leonardo Bo
“La educación puede ocultar la realidad de la dominación y la alienación o puede, por el
contrario, denunciarlas, anunciar otros caminos, convirtiéndose así en una herramienta
emancipatoria”.
Paulo Freire
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Introducción
Desde el siglo pasado hemos venido escuchando,
con mayor o menor intensidad, que la humanidad está
inmersa en una “Crisis de Civilización”. Esto implica
que se necesitan transformaciones radicales -cambio
de paradigma- para enfrentar los problemas del
presente y los retos del futuro.
Tras el agotamiento, o más bien la franca incapacidad
de los modelos con pretensión “universal” impuestos
desde el poder, por medio del canon occidental
eurocéntrico, muchos pueblos de nuestra Abya
Yala
1
(término en que los pueblos Kuna de Panamá
históricamente han denominado lo que los españoles
designaron como América Latina) se han dado a la
tarea de recuperar y adecuar las sabidurías ancestrales
para construir paradigmas alternativos bio-céntricos
capaces de superar los actuales antropocéntricos que
nos están conduciendo a la destrucción del planeta.
Estas sabidurías entran en disputa por congurar
un nuevo horizonte de sentido para la humanidad,
lo que requiere la generación de nuevas propuestas
cognoscitivas, ontológicas, hermenéuticas, pedagógicas.
Uno de los paradigmas alternativos provenientes
de nuestra región que más impacto ha tenido
2
es el
Sumak Kawsay
3
(Buen Vivir)/Sumaq Qamaña
4
(Vivir
Bien). Este comparte algunas de sus principales
características con la noción de Estudios Generales
(EG) que he venido proponiendo -tal vez con muy poco
éxito- durante los pasados años.
En este artículo presento el papel que podrían
desempeñar los EG en el cambio paradigmático
que se requiere para superar, no solo la “crisis de la
civilización” prevaleciente, sino también la cada vez
más cercana posibilidad de la destrucción de las
condiciones de vida en nuestro planeta. Para ello, debe
asumir plenamente las características que propongo
en una sección posterior, las que tienen, como luego
veremos, signicativas convergencias con el Buen
Vivir/Vivir Bien.
1
Actualmente se ha venido proliferando este término entre quienes entienden que continuar utilizando la designación que nos
impusieron los colonizadores no es adecuada para propulsar la decolonialidad.
2
Este paradigma alternativo ha guiado la confección de las nuevas constituciones en Ecuador (2008) y Bolivia (2009), a la vez que han
propiciado innumerables debates y publicaciones (ver bibliografía).
3
En idioma Kichua.
4
En idioma Aymara.
5
De aquí en adelante se utilizará indistintamente los conceptos vivir bien, suma qamaña, buen vivir, sumak kawsay, para referirme al
paradigma alternativo objeto de este ensayo.
A lo largo del artículo consideraré algunas de las
principales coordenadas que se encuentran en la
literatura en torno al debate sobre el concepto Buen Vivir/
Vivir Bien, cuya denición permanece abierta y disputada.
Ello, a mi juicio, forma parte de su riqueza, a la vez que
diculta diálogos fructíferos en torno a él, ya que cada
uno de los interlocutores podría estar reriéndose a
algo distinto. Concluiremos con la importancia de la
transdisciplinariedad y el Buen Vivir/Vivir Bien para el
fortalecimiento y viabilización de los Estudios Generales.
¿Qué se viene entendiendo como Sumak
Kawsay (Buen Vivir) /Sumaq Qamaña (Vivir
Bien)?
El vivir bien (Bolivia) /buen vivir (Ecuador, Perú)
5
se
ha venido considerando en años recientes como un
paradigma que fundamenta “nuevas”, o mejor dicho,
diferentes formas de convivencia de las que nos legara
la modernidad, pero que son consistentes con las
ancestrales, cuyos legados provienen del mundo andino
o africano, por ejemplo. Al referirnos a diferentes formas
de convivencia, no solo consideramos la que se lleva a
cabo entre los seres humanos en el ámbito de lo social,
sino las que tenemos con todo lo que nos rodea, y dado
que se considera que todo está vivo, se ha señalado
que es el paradigma de la vida (Huanacuni, 2015).
Es preciso reconocer que el vivir bien y otros términos
anes, en realidad han admitido diversidad de
elaboraciones porque son construcciones sociales o
discursos que se entienden por denición como ‘en
construcción’ (Acosta, 2009), en el marco de propuestas
protagonizadas por actores sociales múltiples, quienes
imprimieron en los términos una perspectiva política
amplia frente a la crisis general que experimentaron y
experimentan en la región los proyectos neoliberales y,
con ellos, los paradigmas occidentales de civilización.
(Bretón, Cortez & García, 2014).
La propuesta del Buen Vivir/Vivir Bien presenta una fuerte
crítica al escenario económico contemporáneo, invita a
la reducción del consumo, a una mejor distribución de
los bienes y a la búsqueda de una relación armónica
y recíproca con la Madre Tierra, entendiendo que no
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se puede vivir bien si otros viven mal o si se daña la
naturaleza, pues nos dañamos a nosotros mismos.
Además, estimula una dimensión humana y solidaria en
las relaciones con nuestros semejantes, el afecto por la
vida y no por las cosas, entiende la felicidad desde lo
espiritual y no desde lo material, propulsa la defensa
de la justicia social y una activa responsabilidad con el
medio en que se vive y del que se forma parte, no como
dueño, sino como componente de una relación integral
y armoniosa (Casas Vilardell, 2011).
Se ha venido proponiendo que el Buen Vivir debe
entenderse como un principio de vida o un paradigma
de vida fundamentado en al menos cuatro principios
basados en la cosmovisión andina y en los saberes
ancestrales en general: 1) la relacionalidad, que se
reere a la interconexión entre todos los elementos
de un todo; 2) la reciprocidad que tiene que ver con la
relación recíproca entre los diversos mundos o niveles
de realidad como ha propuesto Nicolescu (2010),
entre seres humanos y naturaleza en una especie de
coparticipación; 3) la correspondencia que se reere
a que los elementos de la realidad interactúan de
una manera armoniosa, reconociendo que la vida es
solidaria, y, 4) la complementariedad que se basa en
que los opuestos pueden ser complementarios, y no
solamente antagónicos. (García Álvarez, s.f.).
A pesar de que existen diversas deniciones e
interpretaciones sobre la noción del Buen Vivir,
existe un signicativo consenso al expresar que este
se construye desde las posiciones que reivindican
la revisión y reinterpretación de la relación entre la
naturaleza y los seres humanos, es decir, desde el
tránsito del actual antropocentrismo al biopluralismo
y biocentrismo, en tanto que se crea consciencia de
que la actividad humana debe realizar un uso de los
recursos naturales que se adapte a la generación
(regeneración) natural de los mismos, con el n de
lograr preservar la integridad de los procesos naturales
que garantizan los ujos de energía y de materiales en
la biósfera y, a la vez, se preserve la biodiversidad del
planeta. Para ello habrá de transitar decisivamente del
actual antropocentrismo al bio-pluralismo, otorgando a
las especies el mismo derecho ‘ontológico’ a la vida.
(Acosta, 2008).
En síntesis, el Buen Vivir viene a ser una tarea abierta,
más que un manual de referencia, para construir
colectivamente otros mundos posibles, fundados
en nuevos paradigmas político-económicos y en
epistemologías más plurales que vienen siendo el
producto de un diálogo de saber horizontal en el que no
hay exclusiones ni jerarquías a priori.
A ello deben y pueden contribuir signicativamente los
Estudios Generales universitarios.
Lo que propongo sean los Estudios Generales
en el Siglo XXI
Desde hace varios años he venido planteando que el
desarrollo y fortalecimiento de los Estudios Generales
está estrechamente ligado a que asuman plenamente
su identidad transdisciplinaria. Muchos de los modelos
que todavía hoy siguen siendo utilizados en los
currículos de Estudios Generales entienden estos como
si fueran meramente multi-disciplinarios. Es decir, la
suma o adición de diversos cursos especializados
o disciplinarios. Por otra parte, en años recientes
se han dado importantes avances al entender que
el componente de Estudios Generales debe ser
interdisciplinario. Sin embargo, ninguno de los dos
enfoques es capaz de potenciar dicho componente
para que realice su máxima aportación a la formación
integral del estudiante, así como al desarrollo de nuevos
conocimientos. En ambos casos necesitamos incorporar
abordajes transdisciplinarios. Además, y estrechamente
relacionado con lo anterior, planteo que debemos
superar el eurocentrismo y la occidentalización como
paradigmas fundantes de los Estudios Generales. En
su lugar propongo impulsar el pensamiento decolonial,
-el que por su naturaleza es transdisciplinario-, para
desarrollar unos Estudios Generales contextualizados y
situados en su entorno y realidad como latinoamericanos
y caribeños.
La educación general universitaria es el componente
del currículo que enfatiza tanto en la importancia de las
disciplinas como en su insuciencia y limitaciones para
la producción de conocimientos. También reconoce
tanto la importancia de la razón, como los riesgos de
un racionalismo a ultranza que ignora que los seres
humanos, la subjetividad, la afectividad y la vida, tienen
un importante componente irracional. Es por eso que la
racionalidad debe reconocer la importancia del afecto,
del amor, del arrepentimiento.
Debemos reconocer que el conocimiento es un
fenómeno multidimensional-complejo que requiere
de la conjunción de procesos energéticos, químicos,
siológicos, cerebrales, existenciales, psicológicos,
culturales, lingüísticos, lógicos, ideales, personales,
inter y transpersonales y colectivos; los que engranan y
son inseparables unos de otros. Es decir, de la relación
fundamental que existe entre el todo y las partes y
las partes y el todo, tal como destaca el pensamiento
complejo acogiendo los planteamientos de Pascal
(1940).
El estudio de la relación entre el todo y las partes
siempre ha sido parte fundamental de los Estudios
Generales. Por eso, reconocen a las partes o
fragmentos del conocimiento en el contexto de las
disciplinas y procuran ubicarlas en un contexto mayor,
general, que podemos identicar con el todo, al
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entender la necesidad de integración de los saberes
para acercarnos al entendimiento de lo que nos rodea
y de lo que formamos parte indisoluble. Es decir, a
lo que estamos unidos en cuerpo y alma, visto esto
aquí como postura epistemológica, además de como
sabiduría popular. (Subirats & Vélez, 2010).
Los Estudios Generales, además, -y tal vez, sobre
todo- promueven activa y deliberadamente las
conexiones entre las diversas áreas del saber,
propiciando la reconstrucción de su tejido (complexus),
así como el entendimiento de las razones históricas
de su parcelación (disciplinarización) y los efectos que
esto ha tenido y tiene en los procesos de aprendizaje y
producción cultural. De ahí que se propone propiciar la
re-vinculación holística de los saberes, reconociendo
la complejidad de nuestra existencia y la unidad
intrínseca de todos los elementos que la conguran
y posibilitan (biológicos, químicos, socioculturales,
medioambientales, físicos, emocionales, espirituales,
etc., etc.).
Por eso, se debe incorporar la transdisciplinariedad
como la estrategia más adecuada para producir
aprendizajes, conocimientos, cultura, acciones y
maneras de vivir y ser que produzcan el mayor
bienestar individual y, sobre todo, colectivo.
Los Estudios Generales, al igual que la
transdisciplinariedad, se caracterizan por propiciar
la conexión e integración de saberes provenientes
de los diversos campos del conocimiento (ciencias
sociales, ciencias naturales y humanidades), así
como de diferentes contextos (naturales y sociales),
y de incorporar integralmente las experiencias
y vivencias cotidianas de los estudiantes en los
procesos de aprendizaje (Dewey). Al ubicarnos,
docentes y estudiantes, como sujetos en permanente
transformación podemos aceptar y valorar las
preguntas abiertas y sin respuesta; los espacios no
saturados, los órdenes siempre incompletos; a la
misma vez que se disfruta la relación compleja entre la
certeza y la incertidumbre que habitamos y nos habita.
(Najmanovich, 2006).
Además, los Estudios Generales han sido y son el
componente de los currículos universitarios que ha
tenido la principal responsabilidad de promover la
conciencia ciudadana. En ese contexto, promueven el
desarrollo de la tolerancia, la empatía, la solidaridad
y la afectividad; a la vez que ayudan a desarrollar
competencias cognitivas e intelectuales de alto nivel.
En n, la educación general:
comprende al ser humano en su unidad integrada
(consigo mismo, con otros seres humanos y con
su entorno);
comprende al conocimiento en su unidad
epistémica;
comprende a la realidad en su complejidad y
unidad indisoluble y articula esa triple comprensión
por medio de la transdisciplinariedad.
Convergencias entre los Estudios Generales
y el Buen Vivir/Vivir Bien
Como hemos visto, la principal característica de la
Educación General es su vocación integradora, con
la que reconoce que las diversas facetas de cualquier
problema o situación están constituidas por una
multiplicidad de dimensiones que guardan una estrecha
relación entre sí (Vélez Cardona, 2011). Han sido las
disciplinas las que -por vía de la abstracción- las han
separado para construir sus objetos de estudio. Esta
separación nos ha ayudado a profundizar en algunas
particularidades del problema, pero ha dejado de lado
otras que también son muy importantes (los contextos,
las espiritualidades, las emociones, etc.). Han sido
precisamente los Estudios Generales los principales
responsables de producir aprendizajes que conduzcan
a la formación integral de los estudiantes, es decir, que
involucren todas las dimensiones de sus vidas (Martín,
2017).
Al igual que la Educación General, el Buen Vivir/Vivir
Bien supone una visión holística e integradora del ser
humano, el que forma parte de la gran comunidad
terrenal, la que también incluye al aire, el agua, los
suelos, las montañas, los árboles y los animales; es
reconocer que vivimos en estrecha relación con la
Pachamama (Tierra) y con las energías del Universo.
Es precisamente el reconocimiento de esa pertenencia
lo que nos conduce a asumir mayor responsabilidad
con nuestro entorno (todas las formas de vida) y a
desarrollar conductas ciudadanas que tengan como
meta el bienestar de la comunidad, visto también en
sentido amplio.
Es por eso que la Educación General puede hacer
una gran aportación al Buen Vivir/Vivir Bien, ya que el
desarrollo de esta forma de convivencia requiere de
pedagogías que identican a todos los participantes
como actores fundamentales del proceso educativo,
en lugar de basarse en jerarquías y relaciones
de poder que ubican a unos actores (profesores)
dictándoles órdenes a otros (estudiantes). Además,
incorporan a la comunidad en sentido amplio (incluida
la naturaleza), como actor fundamental en los procesos
de aprendizaje. Walsh (2013) las describe como:
“pedagogías que animan el pensar desde y con
genealogías, racionalidades, conocimientos,
prácticas y sistemas civilizatorios y de vivir distintos.
Pedagogías que incitan posibilidades de estar,
ser, sentir, existir, hacer, pensar, mirar, escuchar
y saber de otro modo; pedagogías enrumbadas
hacia y ancladas en, procesos y proyectos de
carácter, horizonte y prácticas decoloniales y
emancipatorias” (p. 28).
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La construcción de un paradigma civilizatorio alterno
al actualmente hegemónico requiere de teorías,
epistemologías y prácticas pedagógicas también
alternas. ¿Es que acaso se puede reexionar sobre el
Buen Vivir con los andamiajes tradicionales o será que
necesitamos otros? ¿Podría el diálogo transdisciplinar,
el que es muy afín tanto al Buen Vivir como a los Estudios
Generales, aportar signicativamente para que las
personas nos volvamos a sentir parte de algo más
comprehensivo? La diversidad de lo transdisciplinario
podría articular una nueva lógica de la con-vivencia
respetuosa y armónica que reúne lo diferente, y que
incluso, torna coherente las posibles contradicciones
que expresan los objetos vivos, al considerarlas como
complementarias en lugar de competidoras, como se
hacía con los abordajes binarios. ¿Podrá la educación
para el Buen Vivir despertar las conexiones de nuestra
necesaria y olvidada fraternidad, concebida ahora
como bio-céntrica en lugar de antropocéntrica? (Alfaro
Mardones, Fernández & González, 2014).
Necesitamos echar mano de mucha creatividad e
imaginación para poder contestar en armativo estas
últimas preguntas. Ese precisamente ha sido otro de
los principales propósitos de los Estudios Generales.
Me parece que las maneras en que Adolfo Albán
Achinte (2013, p. 50) aborda este reto nos proporcionan
pistas extremadamente valiosas para enfrentarlo
exitosamente. Veamos:
Crear o ser creativos no es más que hurgar en
las profundidades de nuestro propio ser desde
donde aoran realidades que nos interpelan e
interpelan nuestras propias realidades; es darnos
la oportunidad de dejar descansar la rutina para
enfrentar el hecho de permitirle a la imaginación
que se pronuncie a favor de nuestra propia
subjetividad. El acto creador es pedagogía de la
existencia, en tanto y en cuanto debe desatar los
nudos que la narrativa occidental ancó en cada
uno y cada una de nosotros/nosotras, y quizá
reproducimos con la inconciencia de no saber que
cuando en la escuela, el hogar o cualesquiera otro
espacio socio-cultural abogamos por la certeza,
no estamos más que construyendo miedos que
nos atrapan en la maravillosa jaula de sus propias
imágenes fantasmales.
Enfrentar los miedos es trabajar del lado oculto de la
presunción de estabilidad y equilibrio, es adentrarnos
en las aguas tormentosas de la auto-negación que
impuso el discurso de la lógica, que nos privó de
la experiencia de vida. Esta es precisamente la
interpelación que nos hace el paradigma del Vivir
Bien/Buen Vivir. Para asumirla plenamente propongo
que fortalezcamos la formación integral de los y las
ciudadanas de hoy y de mañana por medio de unos
Estudios Generales transdisciplinarios y decoloniales
fuertemente ancados en nuestro contexto caribeño
y latinoamericano, por medio de los que podremos
desarrollar diálogos de saberes y prácticas
pedagógicas emancipatorias que nos liberen de la
concepción excluyente y simplista de nuestra propia
existencia. De esa forma se re-valorizan e incorporarán
aquellos saberes locales provenientes de la práctica y
la experiencia que hasta ahora han sido marginados y
excluidos de nuestros procesos educativos. Saberes
de pescadores, agricultores, artesanas, etc. que muy
bien pueden complementar, no sustituir, los saberes
cientícos ni las disciplinas académicas.
Con relación a esto, Nelson Maldonado-Torres (2015,
p. 2) arma que:
…las formas de conocimiento transdisciplinares
tienen una relación compleja con las disciplinas.
Esto último quiere decir, por un lado, que el
conocimiento transdisciplinar no es meramente
un derivado o extensión de las disciplinas, y por
otro que, en general, estos responden a una
comprensión más amplia y compleja de la que
típicamente sirve para fundamentar a las ciencias
europeas, sus disciplinas, y métodos lo que implica
que la “transdisciplinariedad,” o más precisamente
la transdisciplinariedad decolonial, puede ayudar a
descolonizar las disciplinas.
En la trayectoria histórica de los Estudios Generales
hemos podido comprobar su consistente propósito -no
siempre alcanzado- de relacionar e integrar los saberes
que se producen en las distintas disciplinas con las
experiencias vitales de los estudiantes (Maldonado,
Vélez & Sánchez, 2013). Ello a partir de una reexión
que parta de ellos y ellas, en el contexto de su entorno
natural, social y espiritual. Tanto la transdisciplinariedad
como el Vivir Bien/Buen Vivir, ha venido a fortalecer y
viabilizar aún más ese propósito.
Conclusión
El Vivir Bien, como losofía de vida, abre la puerta
para construir proyectos liberadores e inclusivos, sin
prejuicios ni dogmas. Unos proyectos que, al haber
sumado muchas historias de luchas de resistencia y
de propuestas de cambio, se posicionen como puntos
de partida para construir una sociedad sustentable
en todos los ámbitos. De esa manera podríamos
ampliar el concepto de comunidad, como lugar en el
que interactúan todos los seres vivos, considerando
propuestas que nos inviten al diálogo y al acercamiento
con nuestros colegas, en lugar de continuar ubicados
en los ámbitos que nuestras áreas del saber –
articialmente- delimitan.
En la medida en que uno de los elementos claves
en la concepción del Buen Vivir es la integralidad
y la complementariedad, la vida concebida como
un todo indivisible (Larrea, 2010), se hace palpable
la anidad que tiene con los Estudios Generales
transdisciplinarios, cuyo principal propósito es la
formación integral del estudiante universitario. Así
como resaltar la importancia de que los diversos
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saberes (cientícos, ancestrales, locales, globales,
etc.) sean concebidos como complementarios en lugar
de competidores. Es decir, que podamos recuperar las
aportaciones de cada uno de ellos, sin exclusiones,
para producir soluciones a los complejos y acuciantes
problemas de nuestros tiempos (pobreza, deterioro
ambiental, violencia, entre muchos otros).
Finalizo este artículo con unas preguntas que
sentarán las bases para investigaciones posteriores:
¿Qué ser humano se necesita para construir una
sociedad fundada en el Vivir Bien, sin pretender que
cada uno desee vivir mejor que los demás? ¿Cómo
se construye una sociedad donde la pauta no sea el
egoísmo, sino la reciprocidad, la solidaridad y no la
individualidad? ¿Qué proyecto educativo se necesita
para hacer posible esa sociedad que deseamos?
¿Qué debe hacer la educación general para conseguir
un ser humano fundamentalmente comunitario, que
le otorgue prioridad en su vida a relacionarse con los
demás desde la valoración de las diferencias, evitando
en todo momento que estas devengan o sirvan para
justicar las desigualdades? ¿Cómo ayudamos a
la formación integral de un estudiante que estará
atento al reconocimiento y defensa de los derechos
de la naturaleza, es decir, que sea bio-céntrico? Me
parece que con los Estudios Generales que propongo
podríamos acercarnos a transitar por la senda de una
educación para el Buen Vivir. Uniendo voluntades y
compromisos me parece que podremos lograrlo.
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