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A primera vista pareciera que estos
conceptos no tienen nada que ver con la
educación, en la que tratamos con
inteligencias humanas y, por lo tanto,
absolutamente reales y, en general, con
datos muy personalizados, o por lo menos
así pretendemos que sea. En efecto,
cuando hablamos del aprendizaje que
queremos que alcancen nuestros alumnos,
lo asociamos con el desarrollo de sus
inteligencias, dicho así, en plural, tal como lo
propuso Gardner en su ya famosa “Teoría
de las inteligencias múltiples” (Gardner,
1983) (Gardner y Hatch, 1989) (Gardner,
1991), que no tienen nada de artificial.
No obstante, la tecnología se ha hecho
imprescindible en todos los contextos, y así
vemos que la IA y el BD están generando
4. ¿Se pueden mejorar los
aprendizajes de nuestros
alumnos por medio de estas
tecnologías?
En la sección anterior ha quedado claro que
la potencial efectividad de estas tecnologías
está basada en la suposición que los
estudiantes realizan todas o la mayoría de
sus actividades a través de recursos
digitales conectados en red. Hoy en día más
de la mitad de la población mundial
tiene acceso a Internet (International
Telecommunications Union, 2019) y es por
eso que empresas globales como Google y
Facebook tienen su razón de ser en los
datos que colectan de los miles de millones
de usuarios que utilizan sus servicios. Estas
y otras empresas basan sus estrategias
comerciales en el análisis de la enorme
cantidad de datos que obtienen gracias a
los miles de millones de usuarios que
buscamos información en Google o
publicamos nuestras novedades en
Facebook. Para ellas, la IA y el BD, y las
técnicas derivadas de Inteligencia de
Negocios y Analíticas Web, resultan vitales,
sin estas técnicas, aquellas empresas no
existirían. Pero ¿se puede transpolar esta
efectividad en la determinación de nuestras
necesidades como consumidores, y la con-
secuente satisfacción de ellas, al campo
educativo y, más aún, suponer que ello
permitirá mejorar los aprendizajes de los
uno de los mercados de mayor crecimiento
en la educación (Technavio, 2018). Obvi-
amente, que haya un mercado no implica
que lo que se vende sea bueno, sino que
hay alguien dispuesto a comprarlo. Pero si
hay tanto interés en invertir ingentes sumas
de dinero en este tipo de tecnología, eso
nos lleva a preguntarnos sobre su utilidad y,
para responder esta pregunta, primero hay
que entender cómo la IA y el BD pueden
aportar a la mejora del aprendizaje.
Comencemos explorando dos conceptos
directamente relacionados entre sí. Se
trata de “Analíticas de Aprendizaje” y
“Aprendizaje Adaptativo”. El primero de
ellos deriva directamente de lo que se llama
“Inteligencia de Negocios” y también de lo
que se conoce como “Analíticas Web”, en
ambos casos se trata de recolectar y
analizar grandes volúmenes de información
para facilitar la toma de decisiones y/o
comprender el comportamiento de los usua-
rios (Grigori, D., Casati, F., Castellanos, M.,
Dayal, U., Sayal, M., y Shan, M. 2004) (Web
Analytics Association, 2007). En conse-
cuencia, podemos decir que las Analíticas
de Aprendizaje constituyen una aplicación
educativa de Analíticas Web que pretende
obtener un perfil de los estudiantes, con
base en un proceso de recopilación y análi-
sis de las interacciones de los estudiantes
con base en sus actividades de aprendizaje
en línea (New Media Consortium, 2016), o
sea, esto supone que todo lo que hace el
estudiante lo hace a través de la Web, lo
que de por sí constituye una aseveración de
dudosa validez, al menos en nuestro ámbito
nacional y regional (Argentina en particular y
Latinoamérica en general), pero dejaremos
el análisis crítico de este tema para más
adelante.
Analicemos a continuación el concepto de
“Aprendizaje Adaptativo” que se define
como el conjunto de tecnologías que res-
ponden a las interacciones de un estudiante
en tiempo real proporcionándole un apoyo
individual automatizado (EdSurge, 2016).
Se trata, pues, de que el modelo de apren-
dizaje se adapte o acondicione a las cir-
cunstancias y avance del estudiante, de
manera personalizada. Esto se consigue
controlando la información que se “libera”
hacia el estudiante, su ritmo de aprendizaje
y a través de una retroalimentación adecua-
da e inmediata. Estos tres elementos clave
pueden ser controlados, precisamente, con
la aplicación de la IA y el BD en el
aprendizaje del estudiante.
A esta altura queda suficientemente clara la
respuesta a la pregunta con la que iniciamos
esta sección. Vayamos entonces a realizar
un análisis crítico de estas tecnologías y de
su impacto efectivo en los ámbitos educa-
tivos y lo haremos partiendo, nuevamente,
de una pregunta.
banca hogareña o de compras por Internet;
se nos ofrece una asistencia que pareciera
ser humana, tiene una cara y un nombre, a
la que le podemos hacer preguntas pero, a
poco de avanzar, nos damos cuenta que
solo puede responder cuestiones bastante
reguladas y que si nuestras dudas son un
poco más complejas, o se salen del “libreto”,
nos indicará muy amablemente (eso sí,
estos asistentes nunca se enojan) que un
ejecutivo de cuentas se estará comunicando
con nosotros en breve. Y entonces
podemos seguir haciéndonos preguntas,
¿es esta la personalización que preten-
demos para la formación de nuestros
alumnos, o será una forma de reducir
personal o de poder atender a más
personas en menos tiempo?
Veamos por lo menos una más de las
pretendidas aplicaciones de esta tecno-
logía: la evaluación. La evaluación es uno
de los elementos clave en el aprendizaje de
los estudiantes, por lo que resulta de
especial interés el análisis del uso de la IA y
el BD en este aspecto. En principio, la idea
que subyace es que estos sistemas
permitirían optimizar y volver más imparcial
el proceso de evaluación de los apren-
dizajes de los alumnos. Para poder analizar
las supuestas ventajas de este tipo de
aplicación, debemos tener siempre presente
que el objetivo de las evaluaciones (que no
deben confundirse con las calificaciones
que resultan de dichas evaluaciones) es
servir para la mejora, mostrándole al alumno
los aspectos de su aprendizaje que
evolucionan favorablemente y aquellos en
los que debe seguir trabajando. Está claro
que dichas evaluaciones “automatizadas”
pueden funcionar de manera apropiada
cuando estén correctamente parame-
trizadas, como es el caso del examen
de opciones múltiples. No obstante, en
principio resultarían poco apropiadas
cuando lo que se intenta evaluar son
competencias, entendidas como la ade-
cuada combinación de conocimientos,
habilidades, actitudes y aptitudes. Por ejem-
plo, ¿cómo podría un sistema de IA evaluar
la participación de un alumno en clase, o la
resolución de un problema abierto o la
presentación de un tema en clase, etc.?
El análisis que nos ocupa se focaliza en
determinar, o al menos presumir, si la IA y el
BD servirán para mejorar los aprendizajes.
Y para responder esta interrogante pro-
ponemos tres escenarios posibles: el de la
educación tradicional enteramente presen-
cial, el de la llamada educación híbrida o
“blended learning” en la cual se com-
binan actividades desarrolladas de manera
presencial y otras desarrolladas en línea
soportadas por plataformas informáticas
como las mencionadas anteriormente en
este artículo y, finalmente, la educación que
se realiza enteramente a distancia y, en
muchos casos, con poca o ninguna
interacción con el docente, siendo los
MOOC (Massive Open Online Courses) su
principal exponente.
Está claro que, en este último escenario, la
IA y el BD tendrán un rol cada vez más
creciente, pero también es posible que los
aprendizajes efectivos en estos entornos
sean bastante limitados, como concluye
Tony Bates en su libro “Teaching in a Digital
Age”, “…es necesario que se realice mucha
más investigación para identificar qué
aprenden realmente los participantes en los
MOOC y bajo qué condiciones antes de
arribar a conclusiones definitivas” (Bates,
2015, pag. 176).
Sobre el primer escenario antes menciona-
do, el de la educación tradicional entera-
mente presencial, cabe mencionar que, si
efectivamente no hay involucrada ninguna
actividad soportada o viabilizada a través de
alguna tecnología digital, difícilmente la IA
tenga algo que ofrecer al respecto, ya que
no habrá datos sistematizados en platafor-
ma informática alguna que puedan ser
procesados automáticamente.
Nos resta entonces analizar el segundo
escenario, que es el que debería ser el más
utilizado en la actualidad, especialmente en
la educación secundaria y universitaria, y es
allí donde la IA podría ofrecer algunas
oportunidades de aplicación. En efecto,
cuanto más utilicemos las tecnologías
digitales como soporte y/o apoyo de los
procesos de enseñanza y aprendizaje, más
oportunidades habrá para que los algorit-
mos inteligentes procesen la información
generada por los alumnos y los docentes al
utilizar aquellas tecnologías, pero como dijo
sabiamente Bates en la cita previa,
necesitamos mucha más investigación al
respecto. De acuerdo con Oppenheimer, el
escenario más probable es aquel en el cual
la IA será una herramienta muy útil en las
manos de un profesional idóneo que sepa
cómo aprovecharla para potenciar sus
propios conocimientos y habilidades.
(Oppenheimer, 2018)
Al analizar este avance tecnológico, es
evidente que hay más preguntas que
respuestas, pero de todas formas trataremos
de llegar a alguna conclusión que sopese
adecuadamente las ventajas y desventajas
sin caer en posturas facilistas de rechazo a
las innovaciones, actitud que sería lejana
a la esencia que pretendemos en los do-
centes, que sean abiertos al cambio y a las
innovaciones en la educación.
alumnos? Antes de sacar conclusiones
apresuradas, analicemos un poco más a
fondo el tema.
Es cierto que existe una tendencia creciente
en la educación hacia la utilización de
recursos digitales en red, y más
específicamente, accesibles por Internet.
Veamos algunos números para saber en
qué se basa esta afirmación. En Europa, en
promedio, el 73 % de los estudiantes de
nivel secundario superior (15 a 18 años de
edad) utilizan Internet en la escuela con
objetivos de aprendizaje, al menos una vez
a la semana, y 65% de las escuelas en el
mismo nivel utilizan un Entorno Virtual de
Enseñanza y Aprendizaje (EVEA), también
conocido por sus siglas en inglés LMS
(Learning Management System) o, más
comúnmente, Campus Virtual (Deloitte -
Ipsos MORI, 2019). En Latinoamérica la
situación no es muy distinta, ya que el 75%
de los países relevados cuentan con
instituciones educativas primarias y
secundarias con instrucción asistida por
Internet (UNESCO, 2012). Estas esta-
dísticas nos indican que los datos que
generan nuestros alumnos cuando realizan
actividades educativas a través de sistemas
digitales conectados a Internet están allí y,
de hecho, deben estar siendo escrutados
por las mismas empresas mencionadas
anteriormente. Pero volviendo a la pregunta
con la que iniciamos esta sección, ¿significa
esto que esos datos pueden ser utilizados
para mejorar los aprendizajes? Eso es lo
que nos proponen las aplicaciones de IA
que a tal efecto ofrecen empresas tales
como Knewton , Clever , Yet Analytics y
otras. Como con cualquier otra innovación
tecnológica aplicada a la educación, están
sus promotores y sus detractores (El Alfy,
Marx Gómez, y Dani, 2018) (Nunn, Avella,
Kanai, y Kebritchi, 2016), pero la mejor
forma de saber a ciencia cierta si un
determinado recurso es útil en un
determinado nivel educativo, disciplina,
curso, etc., es mediante la investigación y
experimentación en esas condiciones dadas
o, dicho de otra manera, lo que le funciona
al profesor X en su curso, disciplina,
institución, podría no resultarle productivo al
profesor Y en su propio curso, disciplina o
institución.
Dicho esto, analicemos en detalle las
aplicaciones concretas y particulares de
estas tecnologías en el ámbito educativo. El
objetivo más comúnmente mencionado
es el de promover un aprendizaje
personalizado a partir de las “huellas
digitales” que dejan los alumnos al utilizar
los sistemas informáticos; adecuar sus
trayectos formativos, actividades de apren-
dizaje, evaluaciones, etc. a sus necesidades
particulares y, en un nivel más avanzado,
prever su desempeño a futuro aun antes
que se produzcan los resultados concretos.
El objetivo pretendido es ambicioso, aunque
habría que analizar si los resultados
concretos justifican la inversión en tiempo y
dinero que estos recursos requieren porque,
justo es decirlo, no son fáciles de utilizar ni
son baratos, por lo que probablemente su
uso se encuentre restringido a instituciones
privadas que manejen importantes recursos
económicos. Y aquí aparece la que es una
de las principales prevenciones al respecto,
¿lo utilizarán estas instituciones para
mejorar los aprendizajes de los alumnos o
para fidelizar y evitar el abandono de
quienes proveen los recursos económicos
que solventan el funcionamiento de dichas
instituciones, o sea, sus alumnos?
Analicemos a continuación otras de las
aplicaciones de esta tecnología, nos
referimos a los sistemas de tutoría auto-
matizada, para decirlo más sencillamente,
un asistente basado en IA que responderá
las consultas de los alumnos y los orientará
con sus dudas y necesidades. Algunos de
nosotros ya hemos experimentado este tipo
de asistentes en muchos sitios web de