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La práctica del plagio atenta no solo contra
la integridad académica, también afecta de
forma signicativa el proceso de enculturación
académica y la formación de hombres y mujeres
críticos; fomenta, en palabras de Derrida (1975),
el hombre de la no-presencia y la no- verdad, a
los logógrafos, que, en su sentido estricto, son
aquellos que “escribiendo lo que no dice, no diría
y sin duda no pensaría nunca de verdad” (p.99).
4. Motivos
Diversos estudios han indagado sobre las
posibles causas del plagio en el ámbito superior.
Boillos - Pereira (2020) propone la diferenciación
entre plagio deliberado e inconsciente. Por su
parte, Comas-Forgas y Sureda-Negre (2010)
proponen una clasicación en factores con locus
interno y con locus externos.
En la actualidad, tres aspectos son los más
reseñados como la causa del plagio en los
estudiantes universitarios: los vinculados
con el internet —acceso rápido a múltiples
informaciones, facilidad para copiar y pegar
textos, la creencia que todos los documentos
disponibles en la red son públicos, las
características de los textos disponibles
(hipertextos), lo que aumenta la dicultad para
identicar las autorías, entre otros—; la falta de
competencias de los estudiantes en la escritura de
textos académicos, quienes a pesar de conocer
sobre el plagio y las constantes advertencias
y sanciones en la educación superior, no
tienen totalmente claro sus implicaciones y las
estrategias para evitarlo (Ochoa y Cuevas, 2014);
y, por último, los relacionados con los docentes
—Sureda-Negre, Comas-Forgas y Morey (2009)
plantean que el comportamiento, la metodología
y estrategias didácticas empleados por los
docentes son factores que pueden provocar
acciones de plagios—.
Al mismo tiempo, investigaciones realizadas
en Australia, conrmadas en España, ponen
el énfasis en la dicultad de la tarea: mientras
más teórico y alejado del nivel cognitivo de
los estudiantes es el trabajo propuesto, más
posibilidad existe de que recurran al plagio, por
lo que al parecer, existe una vinculación entre las
acciones del plagio y las actividades planteadas
por el docente (Alam, 2004; Ballano et al., 2014).
Los docentes suelen poner el énfasis del plagio
en una práctica deshonesta que debe ser
penalizada, y con ello, no pueden ver la “agencia”
que hay detrás de esa práctica deshonesta
(Zavala, 2011), no se detienen a reexionar
en las competencias reales de sus estudiantes
y en los recursos disponibles. En ese sentido,
no todo es responsabilidad de los estudiantes.
La mayoría de los docentes, e incluso la propia
cultura universitaria, se dedican “a perseguir”
la falta grave de honradez académica de los
estudiantes sin asumir responsabilidades,
actúan como los docentes del nivel 1 descritos
por Biggs (2005) clasicando a los estudiantes
en los buenos, lo que no hacen plagio, y los
malos, lo que plagian.
La incorporación de las tecnologías en la
educación superior no ha repercutido en
mejores prácticas pedagógicas centradas en
los estudiantes (Cabero-Almenara, Arancibia y
Del Prete, 2019), sino que los docentes siguen
muy centrados en “controlar y calicar”, más
que en la evaluación formativa que repercute
en el aprendizaje de los estudiantes. Lo
anterior fomenta las prácticas deshonestas y la
inseguridad de los estudiantes al querer aprobar
más que aprender y acuden al plagio para que
sus trabajos satisfagan las demandas de sus
docentes (Cebrián-Robles et al., 2020).
De las investigaciones realizadas en el ámbito
anglosajón e iberoamericano se ha llegado
a la conclusión de que el plagio no siempre
se produce de forma consciente y que, en
muchas ocasiones, está relacionado con las
competencias en lectura y escritura académica
de los estudiantes y a la práctica de los docentes
que solo consideran el producto de la escritura
como parte de su evaluación sumativa.
5. Herramientas
La mayoría de las universidades han invertido
en potentes herramientas tecnológicas como
Turnitin para detectar el plagio académico. A
pesar de su implementación y eciencia, la
práctica del plagio sigue siendo muy habitual
entre los estudiantes. Gómez-Espinosa y
colaboradores (2016) recomiendan, además de
su uso, un cambio en la metodología docente y el
desarrollo de buenas prácticas que incrementen
la honestidad e integridad académica como un
valor asumido por los estudiantes como propio,
no impuesto por la Institución. A igual conclusión
llegaron Cebrián-Robles, Raposo-Rivas, y Ruiz-
Rey (2020) en una investigación realizada con
estudiantes universitarios españoles quienes
determinaron que el 54% de los estudiantes
desconoce plataformas especícas y que
ese conocimiento aumenta en estudiantes de
Postgrado.
Los programas informáticos antiplagio implemen-
tados han sido utilizados prioritariamente para