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Filosofía Marxista-Leninista que se propone;
mientras que la última parte contiene las
conclusiones.
2. Enseñar Filosofía hoy
A diferencia de otros campos de estudio del
área de la Educación, la problemática de la
enseñanza de la Filosofía cuenta con un devenir
histórico por cuanto desde tiempos inmemoriales
fue considerado objeto de interés formativo, en
tanto se trataba de la “ciencia de las ciencias”
que aportaba hombres virtuosos, con la
sabiduría y los valores necesarios para ejercer
efectivamente en una comunidad determinada
(Dewey, 1930; Vargas, 2007; Sánchez, 2012);
se congura la problemática de esta enseñanza
como un tema de naturaleza dual: losóca y
didáctica (Cerletti, 2008).
En los momentos actuales la enseñanza de la
Filosofía se mantiene como objeto que despierta
el interés de disímiles investigadores del campo
educacional, tanto en Cuba como en el extranjero.
Los marcos de la presente indagación no se
centran en abordar la enseñanza de la Filosofía
como un problema losóco, propiamente, sino
desde el punto de vista didáctico, es decir, como
una asignatura que tributa a la formación de una
cultura general integral en un profesional de la
educación no especialista en Filosofía, por tanto
no requiere una especialización en dicha materia,
sino que se forma en otras carreras pedagógicas
pero que necesita de ella para entender la
realidad y transformar los contextos educativos
en los que ejerce su actividad pedagógica.
La exploración bibliográca realizada indica
que la enseñanza de la Filosofía, como
problemática didáctica, se ha transformado
en un objeto de estudio sostenido; de ahí que
resulte ampliamente abordado. Se localizan
indagaciones, tanto a nivel nacional como
internacional, que analizan la importancia de
esta enseñanza por su impacto en la formación
de una cultura general (Flamarique, 2008; León,
2011; Paredes y Villa, 2013), en la formación de
la conciencia crítica en los estudiantes (Castro,
2000; Menezes, 2004; Carvajal y García, 2004;
Langon, 2005; Boavida, 2006; Grau, 2009;
Colella, 2014; Cerletti, 2008, 2015; Azar, 2015;
Portillo, 2016; Jaramillo y Betancur 2019) y por
la metodología que aporta para la solución de
problemas (Cárdenas, 2005; Páramo, 2011;
Cubillos, 1999; Ruggiero, 2012).
En general, se reconoce que la enseñanza
de la Filosofía, como disciplina o asignatura,
desempeña un importante rol en la formación
de la personalidad, dado por el carácter
reexivo y crítico que ella posee, las diversas
escuelas y enfoques surgidos en su devenir,
así como sus métodos de pensamiento. Ella
emerge como materia escolar en tanto puede
impartirse en la enseñanza secundaria y otros
niveles educacionales, pero alcanza mayor
implementación en el nivel universitario donde
existe un objeto-sujeto de la enseñanza-
aprendizaje con mejor preparación para
asimilarla que en los otros niveles educacionales
(Gómez, 2010). Por tanto, es posible advertir
que cuanto más efectiva sea la enseñanza de
la Filosofía, mejor será el funcionamiento social
por cuanto ella juega, de una manera u otra, un
papel determinado en la educación o formación
de los seres humanos (Cárdenas, 2005).
Para algunos autores, la enseñanza de la
Filosofía no solo apunta a la naturaleza propia
de la disciplina, basada precisamente en la
reexión sobre la existencia humana, sino que
también se convierte en una problemática de la
Didáctica, ya que obliga al docente reexionar
en torno a su propia práctica pedagógica, a lo
que se hace en nombre de la enseñanza de
la losofía y cómo se hace (Cárdenas, 2005;
Cerletti, 2008, 2015; Colella, 2014; Kohan, 2009),
de modo que esta enseñanza tendría carácter
procesal y alcanzaría una lógica constante,
sistemática. Como sostiene Menezes (2004), la
dualidad pedagógica que existe en las ciencias
llamadas “duras” o “exactas”: la de la actividad
del investigador y la del contenido producido,
es cuestión inexistente en la Filosofía. Por
consiguiente, lo que existe para ser enseñado es
una actividad, la de losofar; de ahí que enseñar
la losofía venga a ser, esencialmente, enseñar
a losofar, es decir, enseñar el arte de losofar.
En este sentido, Cerletti (2015, p.28), al abordar
la necesidad de una didáctica propia de la
Filosofía, arma:
La construcción de un espacio propio para
la didáctica de la losofía se ha dado, de
hecho, como una especialización de la
didáctica general. Es relativamente reciente
la preocupación losóca por la didáctica
de la losofía, del mismo modo en que
es bastante reciente el interés del campo
académico de la losofía por el sentido y
las condiciones de su propia enseñanza.
El hecho de que la losofía se ocupe
losócamente de su enseñanza supone
tener que construir la cuestión “enseñar
losofía”, en primer lugar, como un problema
losóco.
CUADERNO DE PEDAGOGÍA UNIVERSITARIA / vol.18 número 35 / PP 71-84