CUADERNO DE PEDAGOGÍA UNIVERSITARIA | VOL. 18 NÚMERO 36 | PASOS Y HUELLAS | PP 128 - 130
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5. ¿Cómo logras dividir el tiempo para la
investigación, la docencia, la participación
ciudadana en distintos grupos y la producción
permanente de artículos cientícos?
El secreto está en hacer siempre lo que a uno le
gusta. Decía Jovellanos que el tiempo es elástico
para quien sabe aprovecharlo. Y ahí me sitúo yo.
Como me dedico a lo que realmente me gusta, no
resto tiempo a hacerlo y unas tareas complementan
a otras. Es por ello que no he dejado de participar
en asociaciones y dedicar mi tiempo a otras
pasiones como la música tradicional de Galicia, o
la organización de eventos culturales.
Además, cabe señalar, que pedagogía-
participación cívica-cultura están muy unidos
epistemológicamente, es por ello que el ámbito
en que me muevo en lo profesional, complementa
al personal y viceversa.
6. ¿Cómo surge tu interés por la educación
cívica, el servicio y la extensión y los has
considerado como ejes fundamentales de la
Educación Superior? ¿Qué benecios trae
a los estudiantes participar en este tipo de
iniciativa?
Como ya he señalado, siempre me he movido en
el ámbito asociativo. Esa perspectiva personal me
ha ayudado a entender muchas de las cuestiones
y desafíos que se plantean desde la Pedagogía
Social, porque también los he vivido y sentido
como propios. Así, el hecho de vincular el currículo
con experiencias de aprendizaje real ha venido de
una manera natural en mi trayectoria personal.
El aprendizaje-servicio, la metodología sobre
las que más investigo, aporta la adquisición de
conocimientos, habilidades y actitudes más
contextualizadas. El alumnado universitario
siente en primera persona la responsabilidad del
proceso de enseñanza-aprendizaje, valorando
lo que sabe y lo que le falta por saber. De este
modo, estaremos promoviendo la competencia
del aprender a aprender.
7. ¿Cómo ha afectado la pandemia que
hemos vivido durante este último año en este
tipo de iniciativas que implican el aprendizaje
y el servicio?
Debemos pensar que estos proyectos tienen un
componente afectivo y emocional muy grande,
que se ve mermado si no existe presencialidad
y contacto con colectivos y/o individuos. En
este sentido, muchas iniciativas han quedado en
stand by, esperando poder retomar su actividad
una vez se normalicen de nuevo las relaciones
interpersonales.
Sin embargo, ha surgido con fuerza el aprendizaje-
servicio virtual, buscando carencias y necesidades
que puedan ser cubiertas con la intervención on-
line. Así, muchos/as han tirado de la creatividad
y han nacido proyectos muy interesantes en esta
línea, que, además, gracias a las redes, tienen
una difusión mayor.
8. ¿En qué áreas la Educación Superior debe
seguir mejorando para ofrecer un perl de
egreso de acuerdo a las necesidades de
nuestro contexto y del mundo?
La búsqueda de la participación juvenil en las
universidades más allá del rendimiento académico
sigue siendo un reto en muchas Universidades.
La academia no es una isla en el océano social.
Al contrario, debe ser parte del mismo, buscando
conexiones con la cultura, la política (bien
entendida), el deporte…
El desafío para la Educación Superior sigue
siendo su transferencia y la interrelación con las
comunidades donde se insertan. Creo que poco
a poco vamos rompiendo la barrera que nos
distancia, pero queda mucho por andar para
llegar a la horizontalidad.
Por ello, ofrecer posibilidades al alumnado
para que asuma el protagonismo de su carrera
académica y potencie no solo los conocimientos,
sino también las habilidades, supone al día de
hoy el mayor quebradero de cabeza para las
autoridades académicas. Pero en este sentido,
hago una llamada a las mismas para que cuenten
más con la Pedagogía, con las Facultades con
competencias en Educación. Porque desde esas
instancias hay mucho por decir en la mejora de
los procesos.
9. ¿Qué factores inuyen para que una
educación sea considerada de calidad?
¿Cuáles estrategias y modalidades son
las que consideras más idóneas para la
enseñanza en la Educación Superior?