CUADERNO DE PEDAGOGÍA UNIVERSITARIA | VOL. 19 NÚMERO 38 | PASOS Y HUELLAS | PP 171 - 173
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Mis libros ayudan a desentrañar algunos sucesos
de la historia dominicana. Desde hace algunos
años estoy metida con los temas caribeños y
ahora con la migración y el legado de los chinos.
Esos escritos son para la posteridad.
Mis Encuentros son reexiones sobre la vida,
opiniones políticas, crítica social. A veces toco
temas académicos, aunque a algunos lectores les
gusta más la versión humana de Mu Kien.
Desde el año 2021 he estado colaborando con
la Transformación y Reforma de la Policía. Me
llamaron para colaborar y no pude decir que no,
porque es mi deber como ciudadana. Si todos
diéramos un poco más el mundo fuera mejor.
8. ¿Cómo has podido organizar tu agenda para
mantenerte en el ejercicio de las publicaciones
permanentes a la par de tus labores docentes
y administrativas?
Esa pregunta me la han hecho siempre. Agrégale
que estoy casada y con dos hijos de mi corazón
y tres nietos que adoro. Creo que la clave es
organización y disciplina. Como dice el Eclesiastés
“hay un tiempo para cada cosa”.
Para los artículos me organizo y hago una serie un
n de semana. Para los libros, dedico normalmente
los nes de semana desde los viernes. Me voy
fuera de la ciudad y escribo tranquila.
Y algo que ayuda siempre son las listas de
pendientes: Pendientes de la casa. Pendiente de
las investigaciones. Pendientes familiares. Anoto
todo para que no se me olvide nada. A veces,
tantas responsabilidades me desbordan, pero
hasta ahora he sobrevivido.
9. ¿Cuáles son las estrategias más idóneas
para que los docentes mantengan el interés
por la historia ya que esta generación muestra
cierta resistencia a conocer los hechos del
pasado?
Lo primero que hay que cambiar es el currículum
de las escuelas, ya que han anulado la historia y
la han metido en una cosa que llaman “ciencias
sociales”. Así, tenemos jóvenes que no conocen
ni la historia de nuestro país, siendo la historia,
como decía Don Claudio Sánchez Albornoz, y
aquí lo parafraseo, la madre de todas las ciencias,
porque todo es historia y nada más que historia.
Sobre ese tema hice una serie de artículos y el
Ministro de Educación y sus funcionarios ni caso
le hicieron.
10. ¿Cómo has podido hermanar tu
ascendencia con la cultura dominicana y te
sientes ciudadana de ambos mundos?
Te voy a contar un secreto: hice conciencia de mi
ascendencia cuando murieron mis padres. Ahí
comencé a leer sobre losofía china, especialmente
sobre el taoísmo y luego, por recomendación de
mi recordado Padre Alemán, inicié mis lecturas
sobre Confucio.
Culturalmente soy dominicana. Mi chineidad la he
cultivado por agradecimiento a mi padre, un chino
valiente que dejó sus huellas en Santiago, la patria
chica que tanto amó.
11. ¿A través de cuáles iniciativas has puesto
en alto el papel de la mujer en la historia?
¿Has encontrado resistencia por el hecho de
ser una mujer historiadora?
Dos preguntas importantes.
Deendo el papel de la mujer en la historia, pero no
hago apologías ni transacciones a las mujeres que
por esta condición debo sacarlas del olvido. No,
a ellas como a los hombres hay que analizarlas en
su contexto, sin dejar de ser críticos. Agradezco
a Abigail Mejía porque gracias a ella hoy nosotras
las mujeres somos ciudadanas y podemos ejercer
nuestro pequeño pedazo de soberanía. Pero
no la exculpo por su alianza con el régimen de
Trujillo, convirtiéndose en una pieza más de ese
engranaje diabólico que fue esa dictadura y todas
las dictaduras del mundo.
La segunda pregunta también me la han hecho
mucho. He sido aceptada en el universo cerrado
de los historiadores sin cuestionamientos. Incluso
fui presidenta de la Academia Dominicana de la
Historia por iniciativa de mis propios compañeros.
He asumido mi rol de “mujer peligrosa”, pues
como escribía Stefan Bollmann en sus obras: “Las
mujeres que leen son peligrosas” y “Las mujeres
que escriben también son peligrosas”, soy amante
de la libertad de pensar y de escribir lo que pienso
y siento. Y si esas dos características de mi ser me
convierten en un ser “peligroso” no me importa.
Soy una libre pensadora. A mis 66 años cumplidos
me he ganado el mérito de decir lo que pienso,
aunque me equivoque y tenga que disculparme.
Preero la libertad de pensar, hablar y escribir que
el silencio cómplice que calla por temor.
Gracias por esta entrevista.