CUADERNO DE PEDAGOGÍA UNIVERSITARIA | VOL. 21 NÚMERO 41 | PP 52 - 63
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En denitiva, estos datos muestran que no hubo
variación signicativa entre la primera y segunda
medición de las variables independientes de las
competencias emocionales después de implementar
el programa de formación de ocho semanas,
porque las medias no variaron signicativamente
en comparación con la primera evaluación. Estos
resultados exponen que no es suciente un
programa corto para mejorar las competencias
emocionales. Se necesita más tiempo para mejorar
las competencias contempladas, por su nivel de
complejidad, ya que la signicación en la prueba T
student no mostró ningún valor en las dimensiones
de las competencias emocionales. En sí, se mantuvo
casi igual que en la primera evaluación.
Discusiones y conclusiones
Los resultados de esta investigación muestran que,
de las 5 dimensiones y 19 competencias de la
inteligencia emocional consideradas por Goleman
(1998 b) para el desarrollo de un liderazgo efectivo,
las directoras participantes en la investigación
poseen, en escala valorativa, 10 de ellas. Estas son:
adaptabilidad, compromiso, iniciativa y optimismo,
conanza en sí mismo, conabilidad, motivación de
logro, conciencia política, habilidad para trabajar
en equipo, innovación e integridad. Se destaca
que en la motivación, las directoras alcanzaron
un logro total en cada competencia. En segundo
orden está la dimensión autorregulación, con 4
competencias logradas, de 5 en total. En cambio,
en las dimensiones conciencia de sí mismo, empatía
y habilidades sociales las directoras solo lograron
alcanzar una competencia respectivamente.
Este hallazgo de la investigación coincide con el
planteamiento de Goleman (2002), el cual sostiene
que las competencias clave para desarrollar un
liderazgo primal, es decir, donde priman las
competencias emocionales, tienen que ver con la
capacidad del directivo de manejar adecuadamente
las relaciones que sostiene con los demás, esto es,
de autorregularse y de mantener la pasión en su
equipo a través de la motivación. En coherencia
con lo anterior, en este estudio queda evidente que
los directores poseen, al menos, las competencias
clave mínimas para desarrollar un liderazgo efectivo.
Otra conclusión a la que se arriba en esta
investigación es que, al comparar las respuestas
de profesores y directoras en relación con las
competencias emocionales, la tendencia es que
las directoras se puntúen a sí mismas por encima
del puntaje valorativo de sus profesores, el cual está
por debajo en la mayoría de los casos. No obstante,
puede observarse que las valoraciones de ambos
grupos presentan bajos y parecidos niveles de error
estándar, por lo que no hay diferencias signicativas
entre las medias comparadas para ninguno de los
niveles de conabilidad: 99 % de los casos (t=0.01),
ni para el 95 % (t=0,05) (ver gura 1).
En lo concerniente a las competencias que son
objetos de mejora en las directoras participantes en
esta investigación, como se abordaba en la pregunta
tres de este estudio, las conclusiones apuntan,
según la Tabla 4, a que las tres dimensiones más
decientes en el personal directivo son la conciencia
de sí mismo, la empatía y las habilidades sociales. Es
importante observar que, de las tres competencias
que conforman la dimensión conciencia de sí
mismo, las directoras solo alcanzaron una. Lo
mismo ocurrió con las competencias derivadas
de las dimensiones empatía y habilidades sociales.
Estos resultados conrman la teoría de Goleman
(1998b), la cual expresa que “la conciencia de
uno mismo es esencial para el autocontrol y la
empatía, y estas, a su vez, para desarrollar las
habilidades sociales” (p. 124). El autor declara que
la conciencia de sí mismo es una característica
del liderazgo resonante, el cual propone dirigir
teniendo en cuenta cualidades y características
relacionadas con la capacidad de reconocer los
propios sentimientos y los de los profesionales que
trabajan en la organización.
Las deciencias identicadas en lo relativo al
desarrollo de la empatía y de las habilidades sociales
como componente central en el perl de los líderes,
se desvían de los planteamientos de Goleman
(2002), los cuales resaltan la importancia de esta
dimensión como requisito primordial para llevar
adelante un liderazgo primal, aspecto a mejorar
en las directoras participantes, pues, como indican
Goleman et al. (2005), “los líderes emocionalmente