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del docente novel y los desafíos que enfrenta en su proceso de inserción en el nivel superior, tales
como el conflicto que se crea en el contexto o la afectación de la identidad profesional al tomarse
las situaciones de manera personal (Núñez-Méndez y Picón, 2024). Posteriormente, se expone una
propuesta de formación basada en la mentoría y la autoevaluación, donde se presenta el cuestionario
CUFIMED como un instrumento de diagnóstico de la metodología docente y los factores que influyen
en la práctica educativa. Esta herramienta contempla factores externos e internos que inciden en la
metodología. Finalmente, se describen estrategias para la creación de comunidades de práctica y
el fortalecimiento de la identidad profesional docente. Entre ellas, se pueden citar: la mentoría por
inmersión y recíproca, la selección de mentores y su entrenamiento para la reflexión dialógica y la
integración de la interdisciplinariedad en el curso de formación. Algo novedoso es que se agrega
una gama de instrumentos que pueden ser utilizados para el seguimiento del proceso de inducción
y mentoría de los docentes noveles.
Enfoque comparativo y crítico
Autores como Shulman (1987) han destacado la importancia del conocimiento pedagógico del
contenido (PCK, por sus siglas en inglés) en la formación docente. En comparación con Núñez-
Méndez y Picón (2024), que enfatizan la mentoría y el acompañamiento, Shulman (1987) propone
que el desarrollo docente debe integrar conocimientos disciplinares con estrategias pedagógicas
específicas. Ambas perspectivas pueden complementarse, es decir, es posible utilizar el conocimiento
disciplinar del docente como punto de partida para el proceso de inducción, al tiempo que se
incursiona en la interdisciplinariedad y se lleva a cabo el proceso de mentoría. Esto permite tomar
de la mano al docente durante la etapa de transición y fortalecimiento de la identidad profesional.
Uno de los aportes más significativos del texto es la integración de la mentoría como un pilar en
la formación del docente novel. Estudios previos, como los de Coldron y Smith (1999) y Carter y
Francis (2001), han destacado la importancia del acompañamiento en el proceso de consolidación
de la identidad profesional docente, aspecto que Núñez-Méndez y Picón (2024) refuerzan a través
de su propuesta estructurada en dos etapas: inducción y acompañamiento recíproco. En la
primera etapa, se conduce al profesor a una toma de conciencia sobre quién es, cuáles son sus
fortalezas y debilidades. Al mismo tiempo, se le da un acompañamiento continuo para afianzar su
identidad profesional y asirse de las herramientas necesarias para la implementación de la pedagogía
diferenciada que se requiere en el nivel superior. La segunda etapa, correspondiente al periodo de
mentoría, se desarrolla a partir del tercer año en ejercicio del docente y tiene como fin cimentar el
modelo educativo a seguir y dar oportunidad a la retroalimentación recíproca.
Ingersoll y Strong (2011) han analizado el impacto de los programas de mentoría en la retención y
desempeño de los docentes noveles. Sus hallazgos sugieren que aquellos profesores que participan
en programas estructurados de mentoría tienen mayores probabilidades de desarrollar prácticas
pedagógicas efectivas y permanecer en la profesión. En este sentido, el trabajo de Núñez-Méndez
y Picón (2024) se inscribe en una línea de investigación consolidada. No obstante, su propuesta
específica de mentoría recíproca podría explorarse en mayor profundidad, en especial, si se consideran
aspectos como el estilo de aprendizaje del docente, la influencia que ejerce el área disciplinar en la
implementación metodológica, entre otros.